SALTA (Redacción) – De lo que pareció ser un triunfo por parte del Gobierno nacional en su negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) al terrible portazo que dio Máximo Kirchner renunciando a la presidencia del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados pasó una fuerte ráfaga de gran repudio contra el joven dirigente. Juan Carlos Romero también rechazó la acción del hijo de la vicepresidenta.
«El acuerdo con el Fondo fue apoyado por Juntos por el Cambio porque es bueno para el país. Se debe cumplir con las deudas que se toman. Este acuerdo es por cerca de un 14% del total. Es apenas una partecita, el resto es un problema que hay que resolverlo produciendo, creciendo, mejorando la economía, alentando la producción, el trabajo y no cobrando más impuestos», reconoció Juan Carlos Romero.
Luego, se refirió a la renuncia de Máximo Kirchner como presidente del bloque oficialista en la Cámara Baja. Con un tono irónico y rechazando al dirigente de La Cámpora expresó: «No tiene importancia, no ha demostrado utilidad alguna a la política ni al país. Pero, en un gobierno de dos cabezas, estas actitudes significan un quiebre que incluso podrían hacerlo caer», resaltó Juan Carlos Romero.
Para, sumarle luego: «Cualquier camino que tome el Gobierno no será sencillo ni ameno. El kirchnerismo puso al país en el abismo. Las presiones al presidente le hacen perder sustento. El consenso interno es muy importante en una fuerza política y lo que está demostrando esta renuncia es un quiebre de la fuerza política que lo puso allí hace dos años», reconoció el exgobernador salteño.
Por último, repudió las marchas contra la Corte Suprema de Justicia: «La agenda del régimen kirchnerista siempre fue la impunidad: borrar las causas judiciales, cambiar jueces, liberar condenados y presos por corrupción. Lo vienen haciendo bastante bien. Solo les falta la Corte, por eso la marcha realizada hoy», recriminó Romero. «Quieren echar jueces, pero como no van a poder, los quieren desprestigiar para dañar a una institución de la República, que se debe corregir, mejorar y respetar, pero atacarla es antidemocrático, autoritario y torpe», concluyó.
