SALTA (Redacción) – Lo que muchos salteños venían pidiendo por fin llegó. Tras el decreto del presidente Alberto Fernández, por el que cerró definitivamente las fronteras del país, se terminaron los vuelos que trajeron centenares de repatriados de zonas de riesgo a la provincia en medio de la cuarentena por el coronavirus.
El Aeropuerto Internacional Martín Miguel de Güemes fue cerrado hasta nuevo aviso. Con las luces apagadas y sus puertas cerradas, solo quedó en el lugar personal de seguridad para proteger las instalaciones.
Es una imagen triste más en estos tiempos de pandemia. En años anteriores, durante la época de Pascuas, la llegada de miles de visitantes al aeropuerto local se vivía con una gran alegría que presagiaba una buena temporada turística. Este año, la historia cambiará y sin dudas quedará plasmado en la memoria de millones de personas que perdieron a sus familiares y seres queridos que perdieron integrantes a causa de esta pandemia mundial.
Bronca por el paseo de los repatriados
En los últimos días, no fueron pocos quienes criticaron el laxo cierre de los límites de circulación en la Provincia. Por un lado, cientos de salteños eran detenidos por no cumplir la cuarentena (algunos de ellos intentando ir a trabajar); por otro lado los ómnibus de turismo que traían repatriados a la provincia no paraban de desfilar por toda la ciudad.
En la madrugada del miércoles pasado, los vecinos del barrio El Huaico estallaron en las redes cuando un convoy de repatriados llegó para instalarlos en diferentes viviendas de la zona: “Nos piden que nos quedemos en casa, pero los colectivos siguen saliendo del aeropuerto con gente que viene de las zonas de riesgo: esa gente que podría estar infectada tendría que cumplir cuarentena en el lugar en el que se encontraba”.
Peor fue la indignación cuando el gobernador Gustavo Sáenz y la intendenta Bettina Romero fueron justamente a El Huaico a controlar si los repatriados cumplían con la cuarentena obligatoria y se encontraron con que muchos de ellos no estaban en sus casas.
