SALTA (Redacción) – Desde que el coronavirus paralizó la vida de los argentinos muchas fueron las actividades que se resintieron. Algunas comenzaron con la salvedad de que deben trabajar en un 50% de su capacidad, como sucede con la actividad hotelera, o bien con los bares y restaurantes que también deben cumplir con esta normativa. Pero sin embargo, existen actividades que dependen estrictamente de otras para su funcionamiento, ese es el caso de los kiosqueros de escuelas, que no abrieron sus puertas por falta de actividad escolar.
Todos los que fuimos a la escuela sabemos que hay un rincón en la misma, donde al tocar la campana de recreo, recurríamos a buscar nuestras golosinas favoritas. Algunas veces, también nos tocó estudiar en contraturno, y el kiosco de la escuela nos salvaba de volver a casa para comer. Con sándwich de por medio, pasábamos nuestras horas escolares. Ni qué decir de los kiosqueros que nos conocían y nos esperaban día a día.
De estas escenas en la escuela hay y hubo millones, pero la situación actual de los kiosqueros de escuelas hoy es totalmente distinta. Con desesperanza continúan mirando como las otras actividades retoman, mientras en su escenario aún está la duda de si se retomarán las clases en agosto, y si eso efectivamente sucediera, habría que esperar aún un poco más para su vuelta a las escuelas, ya que estas abrirían sus puertas pero sin presencia de los comerciantes, sostiene la información de FM89.9.
Una historia con nombre y apellido
Una de las damnificadas es Elena Robles, tiene ya 15 años en su haber como kiosquera escolar en el Barrio Santa Lucía. Robles contó que su puesto de golosinas en la vereda de la escuela es su único ingreso económico. A su vez su situación se agrava aún más cuando cuenta que parte de la mercadería que adquirió para llevar adelante su tarea de ventas, las compró a través de tarjetas de crédito, lo que significó una deuda, que ante la falta de trabajo no pudo abonar.
Con golosinas que se le vencieron a falta de clientes y de ventas, Elena, hace un pedido desesperado y enfático: necesita que funcionarios del Estado atiendan su situación. Por ese motivo quiere reunirse con ellos para poder expresar la compleja situación que atraviesa. Ya que no cuenta con ayuda de subsidios u otros ingresos estatales que le lleven un poco de alivio ante lo que está viviendo producto de la crisis que desató el coronavirus en materia económica y laboral.
