(Por Diego Nofal) El papelón de Juan Emilio Ameri en la Cámara de Diputados, hizo temblar varias estructuras que hasta hace unos días parecían intocables. Algunas de ellas teóricas, como la máxima «para un peronista no hay nada mejor que otro peronista». También la que pone al kirchnerismo como el faro moral en la lucha por la igualdad de género. Algunas otras estructuras plenamente electorales, como las listas sabana. Pero además vino a desnudar falencias e hipocresías que no deben pasar desapercibidas y que hacen a la estructura política que tanto defienden, entre otros el Presidente de la Nación.
Para el kirchnerismo criticar cualquiera de los privilegios de la casta política es hacer «antipolítica». Investigar a cualquiera de sus miembros es «persecución». Cuestionarlos, en cambio, es golpismo, liso y llano. Tal vez sea por eso que Juan Emilio Ameri llegó hasta la Cámara de Diputados, con decenas de denuncias en su contra, algunas de ellas formuladas por sus mismo compañeros. Agrupaciones que integran el Frente de Todos firmaron documentos para su expulsión, tal como se conoció en las últimas horas, ninguna de ellas fue escuchada.
Ameri fue expulsado de Descamisados Salta, por sus actitudes violentas y de acoso, recayó en La Cámpora y luego en una agrupación llamada El Aguante, con el apoyo, entre otros, de Noelia Bonetto, una referente indiscutible del sector en la provincia. De hecho en el Facebook de la dirigente se pueden ver posteos referidos a los proyectos presentados por el, ahora, exdiputado. Además, un detalle no menor, es que El Aguante, fue la única agrupación que no pidió su expulsión sino que se conformaron con suspenderlo.
Lo que pasó ayer no es una casualidad. Es fruto de la permisividad dirigencial que lo llevó a sentirse impune. Con las denuncias en su contra de sus propias compañeras y compañeros, la expulsión de una agrupación en su haber llegó a la Cámara. Algunos se justifican diciendo «no había denuncia judicial», los mismos que aplauden en los foros cada vez que les muestran lo difícil que de denunciar acoso o abuso. Pero, además, si lo que querían era una denuncia judicial, Ameri tiene denincuas por destrucción de la propiedad privada y amenazas, que jamás avanzaron en la Justicia. Si las causas hubiesen avanzado, seguramente el final hubiera sido el mismo.
Ahora todos son lamentos y sobre actuaciones. «¿Cómo podríamos haber sabido esto si nadie lo hizo público?», dicen ahora para lavar las culpas. Les doy una pista de como podrían haberlo averiguado, todo esto que se cuenta en esta nota, estaba en la biografía de Wikipedia del exparlamentario. Desde hace semanas, que en estas columnas venimos publicando y dando cuenta de los desvaríos de este personaje del que nadie quiere hacerse cargo. Dadas las escenas dignas de una granja de porcicultura que se vieron ayer, la mejor frase para describir este momento es «la culpa no es del chancho, sino del que le da de comer», o de quien consagra su impunidad.