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CULTURA

Astrolabio nos invita a despojarnos de las ataduras y retomar los reinicios

La artista plástica Laura Asaro presenta una nueva serie que estará expuesta hasta el día 10 de junio y en la que asegura poner el corazón para contar cada historia

Fuente: Salta 4400

SALTA (Redacción) – Mientras que algunos elegimos hacer de las palabras nuestro lenguaje, otros optan por las pinceladas de colores como forma de expresión. No es un dato menor que las civilizaciones antiguas, las primeras en pisar tierra firme, hiciesen de las pinturas una evidencia de su paso por este mundo, recreando en ellas sus rutinas, creencias, historias y hasta posibles conjeturas sobre el destino.

Al igual que sucede con la vida desde el momento uno, en el que vemos la luz y lanzamos el primer llanto al viento, para luego ser autores y jueces de cada uno de nuestros pasos a lo largo del camino, la pintura nos propone un lienzo en blanco para recrear allí lo que nos apetezca, nos movilice, nos emocione. Para ser pintor o pintora según sea el caso, entiendo que al igual que en todas las disciplinas artísticas se precisa ser autodidacta, contar con cierta sensibilidad, vulnerabilidad, talento, mientras que la otra cuota responde a la constancia en el estudio, la disciplina de la (auto)exploración y un activo trabajo de campo. El arte en si misma trasciende a la teoría; es la práctica al final.

La pintura como narrativa del arte a través del tiempo

Laura Asaro es artista plástica. Estudio Bellas Artes hace ya 25 años. Asimismo, busco perfeccionarse con maestros de manera privada y complementaria, navegando por todas las especialidades y materiales, desde el grabado, la pintura, la escultura hasta el dibujo, pero sin duda alguna la pintura la apasionó sin previo aviso y para toda la vida. Comenzó en la escuela siendo figurativa hasta llegar a la abstracción en la actualidad, un proceso artístico y creativo que además manifiesta sus procesos intrínsecos. Laura encontró en la pintura una manera de describir(se) y descubrir(se).

«Pase por otras disciplinas, uno aprende de todo un poco pero después le pone el corazón a lo que más le genera placer, con lo que mejor se puede expresar. A mí me gusta mucho y disfruto el contacto con los materiales. Le pongo lo físico también. El tocar la pintura, el proceso, el oficio de la pintura. Esta cuestión de ir probando, de que me vaya sorprendiendo», introduce, tratando de poner en palabras la experiencia y el viaje que implica el verbo pintar.

Astrolabio, al igual que sus muestras previas, son obras autobiográficas y es en estas en las que se vale de su pasión por la paleta de colores y las pinceladas para contar su propia historia. «Mundial de los elementos plásticos voy contando lo que me pasa y al mismo tiempo me van pasando cosas en lo que se llama proceso creativo; debido a las técnicas que uso, voy generando texturas, relieves, voy tirando capas de pintura y me da una sensación física, como si se me hiciera agua la boca», revela, dejando entrever el placer que le genera traducir su realidad en un cuadro, logrando una síntesis auténtica y precisa de aquello que la conmueve en sus profundidades.

«Encontré en ella una forma de escribir la vida, mi vida. Si hoy miro para atrás, claramente se cuenta mi historia», agrega.

La obra como búsqueda sempiterna del artista

Astrolabio, la muestra actual, se encuentra disponible al público en el Hall de la Casa de la Cultura y se  concreta en una experiencia visual diferente, innovadora y de gran valor estético. Las obras que componen la serie a lo largo del recorrido, están inspiradas en la búsqueda de respuestas esenciales, cuyo carácter se transforma en sensaciones y emociones que se reflejan en la paleta y en las texturas de cada cuadro. Esta exposición resulta ser un eslabón más en la cadena de muestras que la artista exhibió a lo largo de estos años, representando instancias de su vida en cada una de ellas.

«En algún punto Circule era una reflexión sobre no quedarse quieto, no estancarse, ir para adelante; sobre tomar decisiones, hacerse cargo de esas dediciones. Después de esa serie, siguió Cuáles límites, que reflejaba un auto cuestionamiento sobre cuál era el límite en determinados momentos o situaciones de la vida de cada una de las personas, tanto propias como ajenas. De hecho, me involucre con la gente haciéndola partícipe y preguntándoles cuáles eran los límites…te sorprendes con las respuestas porque hay gente que no se plantea estos temas», recuerda.

«Finalmente Astrolabio llega porque siento que este momento de mi vida, es el momento en el que debo dejar de buscar el por qué y para qué de las cosas, para volver a conectar con ellas, para buscar dentro de mi los sueños y de alguna manera el universo con las estrellas que me llevaron a elegir esta carrera como profesión. Volver a abrazar la incertidumbre como algo positivo, lo cual es muy subjetivo porque hay gente a la que la incertidumbre le genera miedo. En mi caso, es motivadora y desafiante… y a mi me encantan los desafíos. El planteo después de un año es ese, volver a la esencia, volver a buscar desde el alma, no desde los cuestionamientos. Además, se trata de soltar, en el sentido de no querer atar los cabos o cerrar las historias sino de ir evidenciando lo cotidiano y quedarme con lo que va pasando. Aprender a vivir con algunos cabos sueltos como digo en los fundamentos de esta producción», agrega.

Nuevas sensaciones y reflexiones son la propuesta de su obra. Pero no desde el esfuerzo intelectual o la erudición estética. No hace falta saber para comprender y sentir. Se trata de aceptarse, de asumirse y disfrutar del viaje que cada uno recorrerá a su manera.

«Yo encuentro un punto de identificación de la gente con mi obra desde el lugar que siempre toco temas personales, pero que les pasa a todos. Entonces, es difícil que no te identifiques. O a veces, pasa que a partir de ver esta serie, puede que empieces a planteártelo. Los invito a relajarse, a ver la incertidumbre como una oportunidad», advierte Laura, mientras disfruta de los colores invadiendo la obra y reflejando una versión totalmente nueva y brillante de la artista.

La obra es el espejo del Alma

Dicen que los ojos son el espejo del Alma. Para el artista, una obra lo es. Cada una de ellas lleva consigo una parte de su corazón y sus emociones. «Las serie que trabajo duran en el tiempo, años y años, hasta que no tenga nada más que decir sobre el tema que esté tratando. Pintar es mi forma de comunicar y de gritar lo que siento….sin que nadie se entere mucho ¿no?», profundiza con una sonrisa picaresca en su rostro.

«Además como las obras duran en el tiempo, durante ese tiempo que va transcurriendo ocurren cambios en mí y eso claramente se ve allí, en cada serie, en cómo va mutando, cómo se va resolviendo, cómo se va develando. Me refiero a que uno no es la misma persona que fue ayer. Si ves una serie entera como Circule por ejemplo, que tiene más de 70 obras, si la ves entera en fotos, la historia se ve clarita así que si, tienen muchísimo de mi», analiza Laura.

En este sentido, Jackson Pollock, fue un influyente pintor estadounidense y una importante figura en el movimiento del Expresionismo abstracto, y coincidía con esta mirada tan personal a cerca del arte. «La pintura es un estado del ser…todo buen artista pinta lo que es», pensaba aquel.

Al igual que en la vida, se trata de confiar en el proceso

Pablo Picasso decía: «la pintura es más fuerte que yo, siempre consigue que haga lo que ella quiere». Al respecto Laura asegura que cada artista tiene su propio proceso.

«En mi caso son disparadores internos o externos. Por ahí son sensaciones, emociones, vivencias que empiezan como una pregunta o afirmación y las empiezo a trabajar de manera paralela cuando las escribo o uso elementos plásticos para ver cómo voy a comunicar. No es algo que decís «tal día lo hago». Esto empieza a dar vueltas en tu cabeza y lo llevas con vos todo el día, a todos lados, vas trabajando y una obra dispara otra obra; empezás un tema y de repente te das cuenta que ese tema tiene subtemas y aristas que no habías visto antes», explica.

Precisamente, Astrolabio llevó un proceso de un año para lograr el resultado actual. Sin embargo, las obras que están colgadas ahora no son todas las de la serie, ya que Laura sigue en la instancia de producción. «Voy trabajando, voy comunicando hasta que en algún punto ese tema está cerrado o bien, cuando no tengo más para decir. No me esfuerzo, es decir, en algún momento aparece el tema, dejo que venga solo. Por efecto de la vida misma», subraya.

Aunque la evolución, y el cambio por ende, son la constante, las expresiones básicas que anteceden al escenario actual y a las prácticas de la época persisten legítimas como modos a los que siempre volver, la matriz. «La pintura tiene la mano directa del hombre, el corazón del hombre, la emoción directa sin intermediarios», enfatiza Laura.

No confundir estética con estático. La belleza de una obra, sin entrar en planteos filosóficos ni debates etimológicos, es trascendental. Es superlativa y mayúscula. Es irresistible para los sentidos. Las paredes hablan cuando una pintura las maquilla. «El arte tiene que servir para algo más que para estar colgado en una pared, porque es un elemento comunicador, inspirador, motivador, un elemento que también tiene mucha fuerza a nivel social», reflexiona Laura.

Por ello, en palabras de la artista, Astrolabio nos impulsa a pensar que quizás, a fin de cuentas lo que nos queda no es lo retenido, sino lo vivido en esa incertidumbre. Quizás se trate de desatar cabos con soltura o simplemente permitirse vivir con algunos cabos sueltos, desafiándonos a hacer del arte un punto de partida, un lente desde el cual mirar la vida a partir de ahora, una filosofía que acepta  la metamorfosis como parte de esta obra que al final es la vida misma.

«El arte sana, salva y une», concluye Laura, valiéndose de la escala de los grises para dar origen a colores únicos que llevan su impronta y tiñen esta obra predilecta, la de la realidad en su máxima expresión.

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