SALTA (Redacción) – Existen obras literarias que trascienden las páginas de los libros y que merecen ser contadas de una u otra forma. Una de las que marcó un antes y un después en la cultura hispánica, es la que nos trajo al memorable y entrañable Don Quijote de la Mancha junto a su fiel compañero, Sancho Panza. Como no pudo ser de otra forma, esta historia quedó en la memoria de cientos que la conocieron.
Recientemente los salteños pudieron revivir un fragmento de la misma a través del Ballet de la Provincia y un exquisito despliegue en el Teatro Provincial. El artista César Gutiérrez será quien esta vez saque a relucir a Don Quijote a través de su arte, la pintura. La muestra permanecerá hasta el 26 de junio en la galería de la Casa de la Cultura, Caseros 460.
Pintar sin restricciones
El artista plástico nacido en Salta es también arquitecto, logrando conjugar ambas vocaciones y habilidades para recrear todo aquello que pasa por su mente. Para César el arte es un modo de ser y estar en el mundo. De hecho, sus pinturas, casi siempre de grandes dimensiones, fueron expuestas en diferentes Salas, Galerías de Arte, Centros Culturales, Hoteles y Aeropuerto de la provincia de Salta.
César aborda con pasión y gran expresividad diferentes temáticas, siempre con una mirada crítica y diferente, sin temor a entrar en contradicciones. El arte es un lenguaje que le permite expresar su punto de vista acerca de esta materia prima, la realidad, de manera auténtica y profesional. En este sentido, sus obras dan fe de su estilo.
Entre otras cosas, pintó el Mar, como el lugar donde no hay estabilidad ni equilibrio. También pintó ciudades cómo las que describió Ítalo Calvino en su libro “Ciudades Invisibles” y ahora pinta al Quijote como paradigma del antihéroe, todas ellas como una invitación a probar otra perspectiva y a dialogar con el arte sin exigencias ni condicionamientos.
Un antihéroe como alter ego
Don Quijote, aunque pasa el tiempo no te han olvidado. Sus andanzas y aventuras, encuentros, verdades y fantasías permanecen intactas en la memoria de aquellos que supieron leer esta célebre obra del escritor Miguel de Cervantes Saavedra; un sabio que hizo de la palabra un recurso inacabable para recrear un mundo de ficción, basado en la mera realidad, tan curioso como cercano, irónico y disparatado.
“Hoy el mundo admira al héroe clásico, al infalible, al líder que tiene certezas. Hoy se impone lo banal por sobre lo trascendente. La sociedad de consumo consume al hombre. Lo convierte en hombre masa, en hombre manada. Todo es rápido, sin reflexión, de fácil comprensión, para lograr el consumo masivo. No comprendo ese universo, por eso mi elección es el Anti-héroe: El Quijote”, analiza César, poniendo en contexto su producción.
A partir de esa misma contradicción emerge esta elección artística. «El Quijote es un equivocado, un soñador, un delirante, un ingenuo. Pertenece, pertenecemos (porque somos lo que elegimos) al indeseable mundo de los que no tienen certezas, de los que no deseamos un líder, ni fronteras, ni muros, ni nacionalismos absurdos, ya que nos interesa más el hombre que los países», reflexiona.
Abrazar la incertidumbre a través del arte
Por este motivo, la misión de la obra es el rescate, la recuperación y la resignificación del Anti-héroe. Un personaje pensado esta vez como una figura acertada, una antítesis de la que emerge un nuevo concepto no solo artístico, sino también real. En palabras de César se trata de un objetivo ambicioso en comparación con su limitado talento. Pero, con solo ver las obras, su habilidad quirúrgica alcanza su meta.
«No sé si se habrá logrado el objetivo. En arte hay pocas certezas, pero la búsqueda fue lo gratificante”, subraya. Como en todo proceso artístico es la experiencia, el gerundio lo que importa. El durante, el hacer. En otras palabras, esta muestra nos invita a confiar en el proceso y dejarnos llevar por el mismo.