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CULTURA

La verdad del Coaching Profesional: conquista tu mente y conquistarás el mundo

Marcela Juan Pomar es Coach especialista en Desarrollo Humano y en esta oportunidad, nos anima a gestionar y potenciar nuestra existencia

Coaching

SALTA (Redacción) – Ser o no ser, dilema existencial si los hay. Shakespeare dio en el clavo, y lo sigue haciendo. Lo cierto es que a lo largo del esquema evolutivo, el hombre conservó su capacidad de raciocinio y su habilidad para sentir, adaptándose a las diferentes circunstancias y a las exigencias que conlleva el cambio. Pero más vale contar que también nos sabemos vulnerables, permeables, flexibles, blandos y que no todo obedece al mundo de las ciencias exactas.

La única constante es el cambio y así como sucede con la ley de gravedad, no hay nada ni nadie que pueda con eso. Solo resta aceptarlo, asumirlo y entrar en su dinámica infinita. Pero no todo se resume allí. El cambio es una palabra difícil y agridulce. Un hecho que representa tantos miedos y resistencias como oportunidades y revelaciones al mismo tiempo. En todo este tránsito, intentamos ser y estar. Los más hábiles logran fluir sin más. Pero el ser humano es una especie contradictoria, atrapante como compleja.

En ese contexto emerge el Coaching Profesional. Como bien lo dice su nombre, representa una guía o un manual auxiliar para todo aquel individuo que busca vivir con mayor plenitud, protagonizar la historia de vida y optimizar su rendimiento. «Hablar de coaching ontológico es hablar de Transformación interna. «Ontos», en griego, significa ser y este proceso en particular, consiste en dejar de ser quien estoy siendo para transformarme en ese ser que quiero SER y del cual quiero estar orgulloso», explica Marcela Juan Pomar, quien le dedica todo su tiempo a esta novedosa rama del conocimiento humano.

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¿Todo está escrito?,  desafiando al destino

Marcela nació en 1979 casi en el auto de su mamá, para ser precisa. “Siempre me decían que estaba apurada por nacer”, recuerda entre risas. Una mujer llena de historias, propias y ajenas. Se define a sí misma por las decisiones, las experiencias y las personas que las rodean  «Hay dos momentos en mi vida que marcaron quien soy y fueron esos dos momentos el principio de quien estoy siendo hoy, 25 años después», asegura.

«El primero fue a mis 14 años, año 94. Intenté suicidarme tirándome de la terraza del edificio en el que vivía. No importa el por qué ahora, importa lo que me dije a mi misma en el momento en el que abrí los ojos y me di cuenta de que seguía viva. Supe, con todo mi ser, que me había quedado para algo…algo que descubrí muchos años después. Pero toda mi vida la recorrí buscando ese para qué», recuerda.

Su vida iba a hacer un libro abierto y ahora le tocaba el turno al segundo capítulo. “El segundo fue elegir ser mamá dos años después de ese episodio, en 1996. Insisto en la palabra elegir porque tuve la opción de abortar y no lo hice. Estos dos momentos cambiaron mi vida para siempre. Cecilia, mi hija, sin saberlo, fue el gran motor de mi vida, quien me empujó a seguir y seguir y seguir en la búsqueda del para qué me había quedado, además de para ser su mamá», agrega.

Situaciones paradigmáticas que nos ponen en lugares estratégicos y tan urgentes, que pueden dejarnos de un lado u otro del abismo. Marcela asumió su posición, su misión y aprendió a convertirse en su persona favorita. Una ardua tarea que busca compartir con otros en la actualidad. «El coaching profesional para mí, además de mi pasión, es acompañar a las personas en el proceso de la nada misma, del vacío y la confusión que sienten cuando quieren pasar de un punto A hacia un punto B», profundiza.

Keep calm and be yourself

Leí por ahí que la salida es hacia dentro. En algún momento de nuestras vidas nos toca ineludiblemente mirarnos y aceptarnos con todo lo que vemos y percibimos cuando prestamos atención a ese reflejo. Ser los responsables de nuestra obra maestra llamada existencia. Fue así que Marcela se topó con el Coaching como una forma de canalizar, gestionar y  organizar todo lo sucedido y aprendido hasta ese momento. «¡Fue mi propia necesidad de transformación! Mi búsqueda interna, este para qué viví, mis propios aprendizajes y crecimiento», aclara.

Por cosas de la vida, tan místicas como inexplicables, Marcela hizo de la crisis una oportunidad. Todo terminó por encajar. Empezó su propio entrenamiento en 1999, con sólo 19 años y por «causalidad». En esos inicios conoció a su gran maestro y guía, Rubén Orzuza, al que recuerda con agradecimiento y profundo amor. » Cuando logre mi transformación, mi equilibrio y mi felicidad, me dije: – Ahora te toca a vos devolverle al mundo todo lo que el mundo te dio -. Tu misión es servir, just do it!», reflexiona.

Y acá estamos. Veinte años después, ella asume que el aprendizaje es una constante igual que su don para acompañar a otros en este viaje de vida. «Siento que el camino de aprendizaje es mas placentero en compañía, haciendo con otros», remarca.
Determinada, vital, enérgica y fuerte,  reparte intensidad a doquier y a cada paso. Marcela trae suerte.

En una conciencia tan enriquecida y un corazón tan grande, caben miles de planes. Resulta revelador el poder que le otorgamos a nuestra visión. Si creo, puedo. Así como nos visualizamos, nos mostramos. Se trata de hallar nuestra mejor versión y motivar a otros a encontrarla.  «Tengo ganas de seguir expandiendo NEXO COACHING para llegar a más personas y con herramientas más eficientes. También quiero seguir cumpliendo mi misión que es crear bienestar en la vida de la gente», adelanta.

El coaching ontológico como filosofía y modus operandi

Si pensamos en las primeras civilizaciones y nos os en el presente, y por qué no avizorar el futuro, podremos dar cuenta del progreso, materializado en profundos avances que nos interpelan día a día puertas adentro y afuera. Sin embargo, un ritmo tan vertiginoso, nos demanda estar preparados, abiertos y dispuestos continuamente. Entonces, emerge el coaching como una alternativa abrupta y necesaria.

«Esto sucede a raíz de varios motivos. La principal razón, es que todo pasa tan rápido y hay tanta información que nos sentimos abrumados y dejamos de mirar para adentro. La segunda es que los paradigmas, es decir, las maneras de vivir la vida hace 20 años atrás, son muy distintas a las de hoy y no sabemos cómo cambiarlo. Los cambios hoy son la constante. Sufrimos mucho por no saber cambiar. Recordemos que los que nacimos en los 80 ‘ y para atrás vivimos el paradigma de la Era Industrial, y hoy, muy poco tiempo después, estamos en la era tecnológica», analiza.

En palabras de Marcela, el coaching resulta imperioso hoy porque implica aprender a vivir en esta nueva era. Y para ello, necesitamos reprogramar nuestras creencias. Suena tan amplio, profundo y difícil que algunos renuncian en el intento. Somos animales de costumbre. ¿Cómo lidiar con ello? Marce tiene la respuesta y nos invita a volver atrás, a nuestra infancia, como método para lograrlo.

«Coaching es reflexión sobre mi vivir en automático. Es aprendizaje desde la alegría, desde la acción, como los niños. Siempre les recuerdo a mis aprendices: – la vida es un juego, no te la tomes tan en serio, sólo para tu evolución y tu propio crecimiento -. Cuando te la tomas como un juego, volvés a ser un niño y aprendés desde el hacer y no desde lo tedioso de la teoría. Creemos que aprender es aburrido, tedioso y frustrante. Pero eso, desde mi mirada, adquirir información no es aprender», argumenta.

El desarrollo humano parece unos de los ejes estructurales en este campo. Y el primer paso para alcanzarlo es advertir que no hay una meta mayúscula ni un “punto maría” en cuestiones de relaciones personales y datos blandos.  Todo cambia todo el tiempo señores. Por eso, cuando nos valemos de ese niño interior y lo sacamos a relucir, podemos aprender como esponjas. «La vida es muy divertida, independientemente del resultado que obtengas. Necesitamos aprender a hacer, desapegándonos del resultado, y así disfrutar el camino», afirma. Marce.

Actualizar o no actualizar el software, esa es la cuestión

A través de su curiosidad y proactividad, Marcela pudo ahondar en la Neurociencia como una rama complementaria. La misma proporciona una nueva forma de entender el cerebro y la conciencia, y por lo tanto, ahonda en un paradigma adaptado a los requisitos del siglo. Lo cierto es que los duelos son inherentes a toda persona y no discriminan. La conciencia puede ser nuestro mejor amigo o nuestro peor enemigo.

 Tenemos un cuerpo y una mente como circuitos integrados. Algunos autores y profesionales afines a la filosofía y la religión, piensan lo contrario, pero ese es un debate aparte. Somos un todo y la suma de sus partes. Sin embargo, la psicología y ciencias sociales afines, a  veces son víctimas de muchos prejuicios, banalidades y  malversaciones al tratarse de disciplinas que se abocan a estudiar el tan diverso de comportamiento de las sociedades. Siempre su objetividad fue puesta en jaque.

 «Como Argentina y occidental que soy no puedo negar que necesito el sello de «científicamente comprobado» para creer.  Cuando hice un master en neurociencias hace 2 años entendí por qué el coaching era tan poderoso. Yo sabía que funcionaba porque lo había vivido, pero entendí muchos procesos del ser humano gracias a la neurociencia por ejemplo», asevera.

Valga su ejemplo, nunca mejor graficado. «Nuestro cerebro es como una computadora nueva. A través del lenguaje (creencias) vos vas llenando la computadora de programas que funcionan muchos en segundo plano. Y de repente la compu se pone lenta, pesada, se tilda, dejan de funcionar algunos programas. Otros incluso quedan obsoletos. Con los seres humanos pasa algo muy parecido. Necesitamos reprogramarnos todo el tiempo para estar actualizados y vivir en armonía.
No somos seres acabados, estamos en constante evolución y crecimiento», expresa.

Vamos a ser felices, yo invito

Las malas lenguajes tildan a estas nuevas propuestas como chantajes y las reducen a una  dimensión meramente comercial;  nada peor que encasillarse y cegarse con dimes y diretes. Apelo a los hechos. El coaching le ha permitido a Marcela y a miles consolidar una filosofía de vida basada en hechos reales. «La felicidad es el progreso», sostiene  al respecto, convencida y sin titubear.

«No necesitamos estar en constante aprendizaje en algún área específica de nuestra vida. Podemos crecer desde las relaciones de pareja, en el trabajo, en la relación con nuestros hijos, en nuestra conciencia, en el aspecto físico. Todo lo que deja de crecer en la naturaleza, se muere. Con los seres humanos pasa lo mismo. Así que debemos amigarnos con el cambio/ crecimiento/progreso o como quieran llamarlo. Necesitamos salir de nuestra zona conocida y arriesgarnos para aprender y crecer», advierte.

Que la felicidad no es la meta. La felicidad es el camino. Probablemente, existan miradas encontradas al respecto, pero la sabiduría y la madurez que nos proporcionan los años son irrefutables. Al final se trata de como recorremos ese camino hacia la meta. «Se resume en cuántas emociones positivas fuiste capaz de generar en vos y en tu entorno. Es vivir en el momento presente, ni en el pasado, ni en el futuro. Es crecer todo el tiempo. Hacer algo distinto cada día, por pequeño que sea tu progreso», agrega Marce, animándonos a ser nosotros mismos, en un estado de goce y agradecimiento perseverante.

En un abrir y cerrar de ojos, literal. En un único pestañeo, Marcela pasó de librarse de su vida a amarla a cada instante. Reconoce a la rosa y se reconcilia con sus espinas. Hoy ama los laboratorios de coaching, tanto que los espera como a un cumpleaños. Ama sus clases de yoga. Ama sus momentos a sola. Ama bañarse. Cocinarle a su hija su comida favorita. Dormir con su perro. Las reuniones con su socia. Los mensajes de los clientes contándole lo felices y agradecidos que se sienten. Aprendió a disfrutar de las pequeñas cosas. Esas pequeñas y simples cosas que abundan y que pocos reconocen. «Tengo una vida privilegiada, aprendí a tenerla», concluye contundente.

Lo que no estás cambiando, lo estás escogiendo. Marcela nos empuja a hablar con la verdad aunque nos tiemble la voz. Nos desafía a preguntarnos una y otra vez: ¿cuál es mi propósito? En esa respuesta, yace el misterio del Bing Bang, de la creación, de la vida como una posibilidad. El Universo está en tus manos.

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