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CULTURA

Las ojeras del olvido: “Adelia María realizó la obra caritativa más importante en la historia argentina”

Homenaje a la Marquesa Pontificia en el 70 aniversario de su muerte. En la Iglesia de las Esclavas donde descansan sus restos. Estuvieron presentes sus sobrinos bisnietos Harilaos Navarro Viola, Nougues Elia, Murguia Elia, Blacksley Harilaos, asi como sus sobrinos bisnietos politicos Olmos y familia Leguizamon Mayol Senillosa.

Las ojeras del olvido- Adelia María

 Lo aseguró Walter D’Aloia Criado, quien escribió un libro sobre Harilaos después de 10 años de investigación. Walter D’Aloia Criado es una de las personas que más saben sobre Adelia Harilaos de Olmos. A 70 años de su muerte, el hombre que escribió el libro “El infierno y la gloria de Adelia María Harilaos de Olmos” contó a Puntal cómo surgió su interés por la vida de la notable benefactora argentina y anticipó que está por salir una segunda edición de su material escrito.

¿Cuándo pensó en escribir un libro sobre su vida?

-En realidad, no lo pensé demasiado. Yo había escrito un libro sobre la primera virreina criolla y estaba embarcado en la figura de la marquesa de Sobremonte, otra de las virreinas. Un día, en la Embajada de España, conocí casualmente al secretario de la Nunciatura, monseñor Girasoli, hoy nuncio Apostólico en Perú, y cuando le expresé mi deseo de conocer la Nunciatura y mi interés por Adelia, me propuso que escribiera un libro sobre la marquesa (pontificia), como él la llamaba. Yo no lo pensé demasiado. Archivé la virreina Sobremonte y me puse a trabajar en Adelia. Pensé que era una oportunidad única, porque se me ofrecía investigar en los Archivos de la Nunciatura. Además, había aún muchas personas vivas que la habían tratado de cerca. Y ese testimonio, 10 años después ya no existiría. Así que dejé una marquesa por otra y a partir de ese momento la figura de Adelia fue el centro de mi vida por muchos años.

¿Cuánto tiempo investigó?

-Trabajé intensamente durante casi 10 años. Es verdad que no siempre con el mismo ritmo. Pero, entre la investigación y la finalización de la escritura, tardé 10 años. Para que tenga una idea, durante ese tiempo leí los diarios El Nacional, El Diario (de Laínez), La Prensa y La Nación desde 1849 a 1856, día por día. Eso me dio una idea muy precisa, no sólo de su vida, sino del tiempo y la sociedad en la que vivió. También accedí al archivo de la familia Harilaos, que a una sobrina nieta le habían encomendado que quemara y no lo hizo. Finalmente, accedí al Archivo de la Nunciatura donde se encuentra archivado todo el material documental de su obra caritativa, un maravilloso archivo que ella misma mandó hacer. También tuve el privilegio de investigar durante dos veranos seguidos en el Archivo Secreto Vaticano. Esto me dio un sustento documental que se aleja de una versión «mítica» o anecdótica. A ello, sumamos cientos de entrevistas a sobrinos nietos, conocidos, y en particular a su secretaria privada, María Cora, que fue un testimonio único.

Homenaje a la Marquesa Pontificia en el 70 aniversario de su muerte

¿Qué opina sobre todo lo que se ha dicho respecto a la vida de Adelia María?

-En general, se sabe poco y mal. Parece una actitud un poco presuntuosa que yo lo diga, pero casi todo lo que se ha escrito o publicado, tanto en libros como en programas televisivos, está plagado de errores. Supongo que no se debe eso a una mala intención, sino más bien a quedarse en el testimonio oral o en el recuerdo que muchas veces se desdibuja y se transforma en el paso del tiempo, alejándose de la realidad.  En general, no hay una investigación seria y documentada sobre su vida, más allá de mi libro. Y también lamento decirlo, se repiten hasta el cansancio errores y anécdotas que son sólo «mitos», pero que, con un dejo de realidad, se apartan de la verdad. Como por ejemplo el famoso tema del encuentro con Eva Perón, del que luego hablaremos.

Se habla de casamiento por interés con Olmos…

-Ese es uno de los grandes temas, por no decir «El tema» de su vida. Es algo complejo de entender y difícil de explicar en una entrevista. Olmos estaba enamorado de Adelia y la siguió durante más de 15 años proponiéndole matrimonio. Ella era una mujer joven aún, pero no tanto, que pertenecía a una clase social superior, aunque sin dinero. Su madre, que había despilfarrado la herencia familiar, fue la principal alentadora de ese romance que Adelia no aceptaba. Fue un proceso largo y complejo. Finalmente en París, Adelia se encuentra en una especie de encerrona que le pone la vida. Olmos se enferma y prácticamente agoniza, y a su madre le diagnostican un cáncer terminal. Ahí es cuando Carolina Senillosa de Harilaos, la madre, le hace ver su situación real, el desamparo económico en el que queda y la salvación que viene de la mano del matrimonio con Olmos. Para ella fue una presión de tipo moral muy grande y finalmente accedió a casarse, con la condición de que Olmos recuperara la salud. Así, la boda no fue «in articulo mortis» (a punto de morir) como se ha dicho, incluso como lo dice Félix Luna en su libro “Soy Roca”. Fue una boda en Saint Philipe de Roule, con vestido blanco, cortejo, coro, más de cien invitados, etcétera. Sí es verdad que yo creo que existió un acuerdo entre ambos sobre las características del matrimonio. Hay cartas que hablan de ello. Olmos estaba perdidamente enamorado y Adelia sentía cariño. Pero claro está, fue un matrimonio muy particular. Entonces todos hablaron de un «marriage blanc» (matrimonio sin consumación), donde primero la madre y luego una sobrina no permitían una intimidad mayor. Y cuando esa intimidad se pudo dar, precisamente en un viaje que realizan a Río Cuarto, es cuando ella se enferma mentalmente. No resiste a esa situación. Luego se  produjo la muerte de Olmos, durante la enfermedad de Adelia, por lo que la convierten en una especie de «viuda virgen» para que se entienda.

Homenaje a la Marquesa Pontificia en el 70 aniversario de su muerte

¿Cómo era el vínculo con los hermanos?

-Ella tenía una relación muy particular con su familia. Tenía tres hermanos y muchos sobrinos a los que adoraba y a los que colmaba de regalos. Pero era una relación muy especial. Yo hablé mucho con algunos de ellos y no todos tenían la misma imagen de la tía. Claro está que ella tenía una particular forma de manejar sus afectos y su dinero. Esa mujer, que para la sociedad, era una mujer todopoderosa y omnipotente, que sabía de ministros, que nombraba obispos, que manejaba once comisiones de beneficencia a la vez, en su vida más íntima era una mujer muy insegura, necesitada de afecto. Necesitaba y demandaba el afecto de sus sobrinos. Y es verdad que, a veces, en esa demanda había una utilización del dinero. Ella daba y quitaba de acuerdo a si cumplían o no su voluntad. Por ejemplo, sus sobrinos tenían cuenta abierta en Harrods que ella pagaba mensualmente. Una de sus sobrinas predilectas, Lía, dejó varios niños huérfanos que ella llevó a vivir a su casa. Y con ellos tuvo una relación especial, por una parte les compraba vestidos carísimos y, por otra, no les daba dinero. Quizá no llegaba a ver la realidad cotidiana desde su mundo. Y claro está que tenía un problema en el manejo de los afectos. Respecto a su herencia, está el testamento como prueba de que dejó proporcionalmente herederos a todos sus sobrinos, además de todo lo que ya les había dado en vida. El dato de que les dejó el 10% de la herencia, puede ser verdad, entendiendo que eso era lo que quedaba a la hora de su muerte de la herencia original de Olmos. De las 300 mil hectáreas que recibió como viuda, ella vendió 280 mil en vida para hacer obras de caridad. Y de ese pequeño porcentaje que quedaba, dejó una parte importante a la Iglesia, como su casa de la avenida Alvear a la Santa Sede y parte de la estancia El Durazno a los salesianos. El resto lo dividió en obras de caridad y en su familia. Pero para que se dé una idea, cada sobrino recibió entonces un millón de pesos, con lo cual se podía comprar, en ese momento, una estancia. Quizá no fue del todo justa con quienes estuvieron más cerca a la hora de su muerte, pero a esas alturas, también había personas que ejercían influencia sobre ella y pudieron manejar de alguna manera el testamento.

Hay quienes la presentan como una fanática religiosa…

-Era una mujer con una profunda religiosidad, pero no puedo decirle si tenía una profunda vida espiritual, que es otra cosa. Su vida espiritual estaba centrada en la devoción a la Eucaristía, al Sagrado Corazón y a la Inmaculada. Sus obras así lo prueban. Era muy devota, muy observante de la práctica religiosa, rezaba mucho, y sí, es verdad, tenía una concepción un cierto «supersticiosa» de la religión. Creía por ejemplo que si no le rezaba a un santo se ofendía y podía no ayudarla. Oía misa diaria, generalmente en su casa, con el servicio doméstico, cada mañana, rezaba varios rosarios diarios y tenía su hora de adoración eucarística diaria. Puedo decirle que era, de alguna manera, el reflejo de la piedad propia de esa época. Tanto los jesuitas como los redentoristas y los franciscanos tuvieron mucho que ver en esa formación espiritual, mientras que las vicentinas hicieron lo propio en la visión social que ella tuvo de la religión. A ello le agregaría una gran devoción al Santo Padre. Yo no hablaría de fanatismo, sino más bien de un «apasionamiento». A medida que fue comprometiéndose con la Iglesia, y que la Iglesia la distinguió con honores como el título nobiliario, ella entendió eso como una obligación más que como un privilegio. Y al modo de los «Fols en Crist», los «locos de Dios», se lanzó a la obra más grande que existió en la historia de la caridad argentina. No dudo que impulsada por un gran amor a Dios, un deseo de salvar las almas, y también la suya, y de trascender. Todo junto.

Están también los que consideran que Adelia María fue una de las mujeres más importantes del siglo pasado…

-Yo creo que sin duda lo es. Adelia, más allá de haber realizado la obra caritativa privada más importante en la historia argentina, fue una adelantada para su época en lo que a políticas sociales se refiere. En 1913 fundó, con otras señoras, la Caja Dotal para Obreras y, desde entonces, ella trabajó incansablemente en ese tema. Creó así lo que podríamos llamar el primer sistema jubilatorio para la mujer, las primeras colonias de vacaciones para obreras, los primeros comedores para empleadas de las grandes tiendas, escuelas nocturnas para obreros, etcétera. Todas sus obras están destinadas al mundo obrero. En los colegios ponía como condición que fueran gratuitos y para hijos de obreros. Ella pensó incluso el primer hogar de ancianos mixto para que no se separaran los matrimonios en la vejez, algo más que novedoso para la época. Si a ello sumamos que vendió el 90% de su fortuna para hacer obras en beneficio de la sociedad, creo que no hay duda de la magnitud que tiene su obra. Por otra parte, su personalidad y su fortuna le permitieron ser una de las figuras más importantes no sólo de la vida social, sino también de la vida política y religiosa del siglo XX. Su casa era frecuentada por presidentes, ministros y obispos, y su voz era escuchada. Muchas de las grandes decisiones de la política social y religiosa se tomaron a partir de su intervención. Basta sólo citar el caso del conflicto del gobierno con el Vaticano a partir del nombramiento de monseñor De Andrea, conflicto en el que ella tiene un papel más que determinante.

Con Perón y Evita

¿Cómo fue la relación con Perón y Evita?

-Ella tuvo una visión de la justicia social muy anterior al peronismo, por eso es que cuando Perón llegó al poder ella simpatizó con el gobierno. Ella veía encarnada la idea de justicia social que la Iglesia proponía y,  contrariamente al resto de las damas de la sociedad de entonces, ella no se opuso al peronismo. En 1943, cuando aún no se imaginaba el peronismo, Adelia había dicho: «Es la clase obrera mi especial predilecta y sus intereses son los míos…». Esto habla claramente de una sintonía con el mensaje que Eva Perón tendría años después. No olvidemos que ella había sido dos veces presidenta de la Sociedad de Beneficencia que Perón disolvió. Sin embargo, Adelia no sólo no se enroló en las filas de la oposición, sino que además llegó a tener una muy buena relación con el gobierno y llegó al extremo de recibir en su casa a Perón y a Evita. Sobre este encuentro se ha hablado mucho y, en general, sin ningún rigor histórico. No es verdad que Eva Perón fue a pedirle consejo para ir al Vaticano, pues eso ya había sucedido el año anterior, ni tampoco que quería ser marquesa pontificia. Perón y Evita fueron a visitar a Adelia con la excusa de llevarle el permiso para ser enterrada en la Iglesia de las Esclavas, pero es evidente que había algo más. Yo creo que Evita pensaba ya en la Fundación Eva Perón y fue a pedir consejo a la mujer que más sabía de beneficencia en el país. De hecho, al otro día de la visita, una de las tres secretarias de Adelia fue a trabajar con Evita. El encuentro fue breve y sencillo; Adelia ya estaba enferma para entonces, pero se entienden muy bien y quedaron en una buena relación. Claro está que eso fue un desafío por parte de Adelia a toda la sociedad porteña y muchos no se lo perdonaron. Pero ella estaba más allá del mal y del bien, por decirlo de alguna manera. Esto prueba la inteligencia de esta mujer. Ese día, en lo de Adelia se encontraron dos argentinas. Y pienso que si la actitud de la sociedad hubiese sido esa, la historia hubiera sido diferente. En el entierro de Adelia había una corona de la Fundación Eva Perón y el edecán de Perón presidió el cortejo fúnebre. Algo que parecería muy «surrealista» tratándose de la representante de la clase opositora al régimen. Pero ella era única. Tenía sus metas y sus objetivos más allá de los prejuicios de clase. Y supo ver con inteligencia el momento histórico.

¿Es una mujer justamente reconocida?

-No lo sé. Quizá no como se debiera, dada la magnitud de su obra. No hay ninguna calle que lleve su nombre, por ejemplo. Creo que hoy, para la inmensa mayoría, es una figura desconocida. Pero debo decirle dos cosas, su figura sigue despertando un gran interés, se sigue hablando de ella, y además, ella tuvo la suerte, por así decirlo, de verse glorificada en vida. No fue necesario que muriera para reconocer su obra. De todas  maneras, creo que el tiempo ha ido empalideciendo, como es natural, su figura, y las corrientes ideológicas han contribuido a ello.

¿Ella explicó qué fue lo que la llevó a donar su fortuna?

-En cientos de cartas Adelia ha dejado claramente expuesto su pensamiento acerca del móvil que le lleva a realizar su obra. «Movida del Amor a Dios y a los pobres» es una frase recurrente en la correspondencia con las congregaciones a las que ella beneficia. Cada vez que inaugura una iglesia su expresión es «Un Sagrario más para Jesús». Eso aparecía bastarle. Por otra parte, siempre dejó claro su deseo de perpetuar la memoria de Olmos. Toda su obra está realizada como un homenaje a su esposo, aquel hombre a quien nadie supo en verdad si llegó a querer, pero al que debió toda su fortuna. Y ella fue agradecida con ello. Y hay también un deseo de trascender por su parte, de perpetuar su nombre. El conjunto de todo ello, es decir, el amor a Dios y a los pobres, el deseo de justicia social con los obreros, la memoria de Olmos y su deseo de trascender conforman la magnífica obra que todavía hoy perdura.

¿Cuántas obras de caridad hizo en total?

-Su inmensa obra se materializa en 42 grandes obras, incluyendo 27 iglesias, colegios, asilos de ancianos, hogares para niños, casas religiosas, seminarios, centros obreros, talleres, hospitales y un largo etcétera. Lo más importante es que la casi totalidad de la obra permanece en pie.

¿Hablaba sobre Río Cuarto?

-Por supuesto que sí. Ella tenía muy claro el origen de su fortuna y que estaba en Río Cuarto, donde Olmos pasó de ser un dependiente de almacén a gobernador y al más importante terrateniente de la zona. El Durazno para ella era un remanso al que volvía año tras año, en particular durante los veranos. Claro está que no se olvidó de esa ciudad al ser muy generosa en las obras que allí hizo. En 1942 ella realiza el último viaje a Río Cuarto, donde inaugurara varias obras. En una carta dirigida a la Escuela de Artes y Oficios (hoy Colegio Industrial) de Río Cuarto, el 16 de octubre de 1942, ella dice: «Quiero mucho a la ciudad de Río Cuarto y me interesa cuanto a ella se refiere…». Y en ese viaje, en el que ella recibe el homenaje de todo el pueblo, ella se siente muy feliz y muy unida a esa ciudad. Curiosamente no así a la localidad de Adelia María que lleva su nombre y con la que prácticamente no tuvo relación alguna.

¿Cómo le fue con el libro que publicó en 2012?

-Superó totalmente mis expectativas. El libro se agotó rápidamente y, ante la demanda del público, se está preparando una segunda edición que verá la luz en muy poco tiempo.

¿Va a haber actividades y homenaje por los 70 años de su muerte?

-Concretamente, puedo decirle que las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón están preparando un homenaje para el lunes 16 de septiembre que consistirá en una solemne misa en el templo que guarda sus restos y, posteriormente, me han invitado a dar una charla con imágenes sobre la vida de Adelia. A ello se sumarán, sin duda, muchas otras de las congregaciones beneficiadas y también los familiares que serán invitados.

Fuente: Redacción PUNTAL 

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