SALTA (Redacción) – Micaela Valdez, de ahora en más “Mica”. Veintiún años y de contextura pequeña, con un semblante vintage y un dejo de inocencia pueril; una mujer desde donde emerge una voz que se edifica como su cable a tierra y que interpela a quienes la conocen tras cruzar la primera palabra. La artista caracteriza a una nueva generación de jóvenes artistas, con sumo talento y potencial, abriéndose camino en un mundo que hace rato cambió las reglas del juego; ahora las prioridades son otras, las respuestas tienen otro origen y están cerca del corazón, ahí donde tirita el pecho como un redoblante.
Otra vez, retomo la teoría de los “apasionados” al momento de escribir. Son súper héroes y heroínas pero no son fantasía, son de carne y hueso. Con su existencia vienen a hacerle bien al mundo. A cada paso, nos revelan una certeza. Son el motivo de encuentro. “Pienso que lo que nos caracteriza son las ganas de hacer lo que nos apasiona, el hecho de animarnos a pesar de todas las dificultades o dudas que puedan presentarse en el camino”, explica Mica.
Cuando seas grande, tenés que ser lo que quieras ser, ni más ni menos, pero siempre, una versión mejorada. Mica Valdez se reconoce una persona muy intensa y entregada a la hora de trabajar. El profesionalismo ante toda responsabilidad y la energía como condición exclusiva al momento de crear. Así, con profunda fe, generosa sensibilidad y firme determinación conquista sus deseos más íntimos.
Una ardua labor la de crecer a pesar de y a favor de. Cantar como acto supremo y superlativo, mayúsculo e incandescente. Siendo una niña, creció escuchando y admirando a muchísimos artistas, desde Queen hasta Frank Sinatra. “Siempre había querido cantar, como todos esos músicos, pero pensaba que no era capaz. Hasta que me animé y empecé a indagar. Desde entonces se convirtió en mi vida”, admite.
Canto y luego existo
Actualmente estudia Psicopedagogía, es una amante del dibujo – con una muñeca envidiable – y claro, una mujer exquisita al momento de hablar sobre música dentro de la región. Su estilo tan dulce, profundo, calmo, sofisticado y relajado le ha permitido consolidar una identidad, reconocida y aplaudida a borbotones, posicionando al “indie pop” como un género vigente dentro del repertorio local
“Dentro de nuestra existencia, el arte es esencial. Está con nosotros siempre, en todas partes. Es nuestra manera de dejar una huella mientras estamos acá. Es hermoso”, reflexiona Mica. La música y el canto llegaron para quedarse y mutar en algo todavía más grande. Donde haya vacilación, la música traerá sensatez; donde existan los miedos, la música estimulará la valentía.
“Aparecieron en el momento justo, siendo un apoyo emocional gigante. Además, mi familia siempre me empujó para dedicarme a lo que me apasiona. Ellos me inspiran todos los días”, subraya. Se trata de una pasión que logra conmocionar desde que Mica abre su boca, para que de ella broten palabras que son canción, melodías que transportan y emociones que son un bálsamo durante los minutos que duran.
“Cantar es puro disfrute. Para mí, que me cuesta hablar en público, es la alternativa perfecta para gritar todo lo que siento o para interpretar lo que siente un otro. El canto es la manera que tengo de ser yo misma, de conocerme y de expresarme”, profundiza. Cantar entonces no es sólo afinar o entonar, ni cantar más alto o sostener durante más segundos una nota, sino una práctica existencial, una filosofía de vida.
Parte de su inspiración, sus creaciones y su continuo avanzar surgen de la mismísima música cuando suena a través de sus auriculares, de su piano o su mano derecha, su ukelele. “También, escuchar los sentimientos que me atraviesan en la vida diaria, estar conectada conmigo misma, o prestar atención a la banda sonora de alguna película, son detonantes a la hora de hacer o escribir mi música y al momento de saber a dónde me gustaría llegar como artista”, explica.
Nuevos escenarios: entre la ligereza y la consistencia
Es inevitable notar como la industria musical ha mutado a lo largo de los años, sus protocolos, códigos y trucos son otros. Frente a un escenario tradicional, asciende con plena comodidad y espontaneidad, un espacio digitalizado, tan amplio como complejo, propio de la contemporaneidad que nos pisa los talones o bien podríamos decir, ya convive con nosotros.
“Una ventaja que nos brinda este mundo virtual, es la posibilidad de tener más facilidad para mostrar el arte de uno y tener una devolución por parte de un “público”. También, nos permiten abrirnos paso obteniendo oportunidades qué, tal vez, antes eran más difíciles de conseguir”, agrega. Sin dudas, Internet y las redes sociales son una vidriera nunca antes pensada pero ahora materializada. ¡Y en buena hora!
“En mi caso, intento que las redes no sean lo principal ni lo fundamental porque una de las desventajas que puedo ver, es la exposición extrema y el hecho de obsesionarse con los números”, analiza Mica. Con 19.600 seguidores, no se ha dado el lujo de empañar su visión a raíz de cuántos “Me Gusta” aparezcan en las notificaciones del display de su celular.
Su talento se codea con una realidad virtual que cada vez toma mayor protagonismo y naturalidad, a lo que Mica, como toda centennial, responde con fluidez y curiosidad. “Me fui adaptando a medida que iba subiendo los videos cantando. Para mí las redes siempre fueron una herramienta para exponer lo que me gusta hacer. Al considerarlas un medio de expresión, nada fue forzado, todo fue llegando solo. Por eso no me considero una “referente”, me queda grande esa palabra”, aclara.
Vale decir que el moderno término “influencer”, evoca a una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y que por su presencia e influencia en redes sociales, puede llegar a convertirse en un referente para una comunidad específica. Partiendo de esta premisa, podemos considerar que lejos de alguna superficialidad o rigor numérico, se trata de un devenir de influencias que en esta oportunidad, obran desde el amor y la música.
“Creo que el fin de todo esto es vivir acompañada del arte y que a alguien le llegue, nada más”, asevera. Ajustándose al paradigma que le toca, Mica comprende que la enérgica y fugaz corriente de vida circula con rapidez y vivacidad, así como esas modernas historias de 24 horas que nos permiten valorar cada momento y asimilarlo desde su propia instantaneidad y transitoriedad.
Hilvanando pasos, manifestando sueños
“Ahora es el momento y ahora hay que vivirlo”, asegura. En este sentido, Mica eligió ponerle un broche de oro a sus presentaciones en Salta, o al menos por el momento. Hoy, la correntada toma otra ruta; una vía que le prepara novedosas metas y desafíos necesarios para su carrera artística. “Mi próxima meta es educarme, prepararme académicamente. Estudiar y perfeccionar mi técnica al cantar”, adelanta.
Mica construye y des-contruye su historia a su antojo, y aunque esto pueda sonar un tanto soberbio, cada experiencia nace de sus entrañas, cada error es abrazado con resiliencia y cada logro es un relato de sí misma. Para ello, recurre a su mantra de todos los días: “un día a la vez”, viviendo cada instancia con detallismo, tenacidad y brío. “Hubieron tantos cambios repentinos y rápidos en mi vida en este último tiempo, que es la única forma de fluir y dejarme llevar sin pensar demás ni estresarme tanto”, concluye.
Es ella un ejemplo de lo que está pasando aquí y ahora; el reflejo de una dinámica sin precedentes que moviliza nuestro interior y se torna en una manifestación fresca de lo que acontece allí afuera. Es una sana muestra de que la juventud aún es señal de promesa, esperanza e ilusión.
