SALTA (Redacción) – El teatro es la viva representación de una historia. El artista pone el cuerpo en escena como testimonio de sus pensamientos y sentimientos. La actividad teatral nos ofrece obras, como alguna vez nos contaban historias cuando éramos pequeños. Cristina Idiarte es una gran referente, gestora y artífice de la disciplina en la Provincia y es la actual directora de la Escuela de Teatro La Morisqueta. En momentos como este, con una pandemia que nos azota a nivel global, Cristina es parte de una obra que supera la ficción. La realidad misma. El arte como el remedio de un mundo enfermo.
La sensibilidad propia de aquella persona que se aboca al arte como forma de vida, es lo que a su vez lo la vuelve permeable a lo que sucede en su entorno. “Creo que esta realidad supera cualquier ficción, nos interpela como artistas, pero sobretodo como humanos. Viene a ponernos en un lugar vulnerable y de replanteos acerca de la conciencia colectiva, de nuestro estar en el mundo”, reflexiona.
“De un momento a otro la vida cotidiana cambió, las prioridades mutaron y nos encontramos de frente a la vulnerabilidad de la vida. ¿Qué momento duro encontrarse con esta realidad que clama el mundo no? No contacto, cero besos, venga la virtualidad… ¿nada inocente no?”, se pregunta. Sin dudas, en instancias como estas, cuestionar nuestra filosofía y nuestras prácticas se vuelve urgente. Quizás en el arte esté la salida.
“Ser artista, en este momento, es desnudar la mirada hacia el ser humano, entender que hay un todo colectivo del que formamos parte, y hoy por hoy, estamos obligados a replantear, a mirar, a tomar armas. Creo que tenemos una misión muy grande por delante, reconstruir desde esa mirada del arte este mundo que colapsa hoy”, asevera, convencida de que el cambio que nos convoca hoy, tiene sentido si miramos para adentro.
La Morisqueta: nuevos planes para el 2020
Aunque la cuarentena obliga a cesar las actividades, la Escuela no pierde de vista sus objetivos para este año, metas que conjugan a públicos de todas las edades. “La institución tiene una mirada muy marcada hacia construir puentes para el Teatro Inclusivo, las Ilusiones (nuestro elenco de teatro integrado por actores con discapacidad mental) vino a enseñarnos un camino que nos interesa recorrer este año”, adelanta.
Sumado a esto, además de proyectar los trabajos desde la creatividad para niños, la atención está puesta en los adultos, quienes sorprendieron con una respuesta activa y participativa. “Actualmente tenemos 3 grupos de 25 personas cada uno, con propuestas teatrales en curso y eso habla de la profunda necesidad de replantearse la vida, de volver al juego, a ser más amables con uno mismo”, revela.
Sin embargo, la cuarentena no tiene excepciones y hay que paliar lo que nos toca. “Mirá es muy difícil, porque nosotros trabajamos el encuentro, el cuerpo a cuerpo, la cercanía. Levantamos funciones de la compañía y suspendimos las clases de la escuela, nos recluimos, seguimos nuestros contactos desde la virtualidad. El teatro es la presencia, la energía de ida y vuelta, el ser humano”, analiza.
Lecturas, proyectos en marcha, propuestas y cientos de iniciativas creativas continúan gestándose en el seno de cada hogar y en la cabeza de los amantes del teatro que apuestan a esta práctica artística como una consigna necesaria para la comunidad, y que entonces, garantizan su constancia. “La Escuela es un espacio liberador, de autoconocimiento pero también de encuentro”, invita Cris.
La cultura local: un presente ajustado y un futuro esperanzador
Actualmente, Cristina goza de tener una profesión maravillosa, uno de los mejores regalos que le pudo tocar. “Esta profesión que por momentos nos pone en discusión, pero siempre termina ganando el corazón. Mi momento profesional indiscutiblemente es el presente, el mejor, porque me pone a mil la cabeza. Estoy pensando variables y además, porque toda crisis es una oportunidad de algo nuevo y mejor”, subraya.
Con una larga trayectoria bajo su haber, que incluye una sólida gestión socio cultural y su respetado paso como Representante Provincial del Instituto Nacional del Teatro, Cristina es una opinión relevante si intentamos ahondar en la realidad teatral local. “Se está trabajando para que sea una constante. Desde el teatro independiente, desde hace 10 años a esta parte, claro que cambió esa constante y se transformó en una opción dentro de las variables que hay, pero falta mucho”, advierte.
Cristina explica que todavía faltan políticas culturales propias del Estado que sostengan el trabajo cultural, porque de otra manera, los efectos negativos salen a la luz. “Nos deja como ahora, vacíos y sin respaldo económico para accionar. Fijáte como las crisis nos desnudan como sector, se habla de suspensión de actividades culturales pero no se dice nada de los artistas que vivimos exclusivamente de eso, nada”, analiza.
“El Estado tiene que estar presente en la construcción de la Cultura, apoyando a los artistas, planteando acciones que fomenten nuevos públicos, etc. Una deuda pendiente”, subraya Cristina. Su diagnóstico, tan crudo como sincero y necesario, deja la puerta abierta para lo que pueda suceder en lo que resta del año, en un intento por perseverar de manera particular y colectiva.