SALTA (Gladys Coviello) – La lectura se modifica. Atraen las notas claras y breves debido a los cambios en las comunicaciones donde las imágenes ofrecen muchos datos y pocos esfuerzos para interpretarlas. Es por ello que las crónicas se imponen entre las diversas formas de escritura.
“La crónica permite hacer visible lo invisible” dice Alberto Salcedo Ramos y así sucede cuando nos detenemos ante una de las esquinas del Colegio Nacional de Tucumán.
Sucedió al atardecer. Caminaba por la plaza Urquiza cuando los perfumes de azahares se aquietaban y daban paso a otro familiar que me recordó al enorme aromo cercano a mi casa en Hurlingham.
Orienté mi mirada para descubrir al árbol que expandía su fragancia y competía con los naranjos y llegué hasta el viejo y espléndido aromo. Permanecí debajo de su copa inmensa aspirando el perfume que predominaba por sobre los azahares que, trastornados por la temperatura, competían exhalando aromas.
Cuando me acerqué para contemplar sus flores, vi que eran pompones dobles y diferentes, aunque el perfume similar. Las flores, en espectacular floración casi llegando al final del invierno, cubrían la totalidad de la copa. ¿Atrás del tronco un letrero descuidado anunciaba que era una acacia caven y distinguida como ejemplar notable en 200? más otros datos borrosos.
Una palabra incita a descubrir datos en otras. Así ubiqué a esta especie que es un churqui, espinillo o aromo. El diccionario quichua de Domingo Bravo define “churqui” como: “Planta leguminosa de algarrobilla dulce”. Es un árbol nativo de la zona chaqueña de nuestro país y además originario de Bolivia, Uruguay, Paraguay, sur de Brasil.
Está considerado como un árbol ornamental. Los campesinos recogen las flores y con ellas perfuman la ropa del interior de sus roperos.
Estas acacias caven o churqui mostraba una multitud de copitos dorados, cada uno compuesto por docenas de flores pequeñísimas que cubrían la copa sin follaje. Las hojas caídas en el otoño aparecerán al final de la floración entre las ramas tortuosas, oscuras y con espinas apareadas.
El tronco, cuya corteza es de color castaño oscuro, tiene profundas grietas oblicuas. La belleza de la copa se acrecienta porque las ramas se extienden en armonía y equilibrio con sinuosidad hacia ambos laterales. Calculé el diámetro, creo que debe superar los diez metros
El fruto es una chaucha leñosa de color castaño claro con su extremidad puntiaguda que contiene semillas verdosas de las que se obtiene tanino.
El churqui soporta largos períodos de sequía y se ha adaptado en nuestra ciudad en los suelos húmedos, resistiendo las heladas, pero exige pleno sol. Se torna invasora en ámbitos demasiados húmedos.
Las hojas y tallos se estudian por sus propiedades microbianas y fungicidas. Alimentan al ganado caprino y las flores son consumidas por las ovejas. En medicina se usan hojas, frutos, tallo y corteza para diferentes aplicaciones
Este valioso ejemplar fue descrito por Juan Ignacio Molina, un sacerdote naturalista y cronista chileno en el libro Historia Natural de Chile, que se publicó en Bolonia en el año 1782.
Los churquis necesitan estar ubicados aislados porque el desarrollo de su copa requiere mucho espacio. Para reproducirlos se aconseja cortar el tegumento duro de la punta de la semilla y así permitir el ingreso del agua durante un día, luego pasarla a una maceta. Germina después de 10 días. Es una especie de crecimiento rápido y considerado un árbol ornamental de notable belleza.
