Desde hace más cinco meses, Pampita se volvió a casar después de lo que fue su matrimonio con Benjamín Vicuña, más el noviazgo junto a Juan «Pico» Mónaco. En este caso, la exmodelo se comprometió por civil e iglesia junto a Roberto García Moritán, un destacado miembro de la empresa gastronómica. Debido al Coronavirus y la correspondiente medida de Cuarentena, sus dos locales debieron cerrar y tomar nuevas medidas al trabajar solamente como delivery.
En diálogo con América TV, el comerciante se encargó de desarrollar su equipo de trabajo en «El mar» y «Tanta». «Tengo alrededor de 100 empleados. Nosotros teníamos una experiencia muy chica con Rappi, con quien tenemos un acuerdo, pero era muy marginal. Para nosotros nunca fue un negocio que considerábamos hasta ahora que empezamos a reinventarnos a partir de todo esto», aseveró.
Posteriormente, el empresario se refirió a las entregas para las casas efectuadas en el último fin de semana largo. «Fue un ejercicio nuevo para nosotros a partir de Semana Santa donde ‘La Mar’ nos parecía que tenía una gran oportunidad porque vende pescado, ahora este fin de semana en ‘Tanta’ vamos a ver de qué se trata el mundo tan complejo de la logística y demás. Para nosotros es una necesidad. Hoy leía que el distanciamiento social va a durar 2 años más, con lo cual hay que ser muy creativo en esta etapa, todo lo que sea necesario para llegar a los objetivos», resaltó.
Roberto García Moritán dijo por qué realizó algunas entregas
Además, el marido de Pampita se encargó de contar por qué decidió llevar a cabo una buena parte de los deliverys. «La gente tiene miedo, estamos sobreinformados pero hay pocas cosas concretas, quisimos dar señales a todos nuestros empleados y por sobre todo en la trinchera misma. Yo no podía pedir que hagan repartos con los miedos que hay desde mi oficina o desde mi casa. Cada uno quiso demostrar que vamos a estar ahí pase lo que pase. Este momento, lo primero que hay que proteger es el empleo y a los que dan el empleo», indicó.
Por último, Roberto García Moritán contó las sensaciones que le dejó dicha experiencia. «Me gustó hacerlo porque entendí el negocio desde otro lugar. Estando en la calle, te das cuenta de los tiempos y de las cosas que pueden pasar. Por ejemplo, me llamó mucho la atención que algunos no dejaban propina. Yo tenía un sistema como se hace en la iglesia: cuando llegaba a las casas con el pedido, les estiraba una bolsa y ahí me ponían el dinero. Pero me daban justo, asumían que la propina ya estaba incluida», sentenció.