Carlos Andrés Calvo, o «Carlín» Calvo como se lo solía llamar, falleció en las primeras horas de este viernes a los 67 años. Con su partida dejó una huella imborrable de amor en innumerables amigos, conocidos, colegas y por supuesto familiares. En este sentido, la psicóloga Carina Galucci fue una mujer que lo amó y cuidó como nadie. Junto a ella formó una familia hermosa que lo acompañó en sus peores momentos.
Carlín fue un galán. Con su porte y su personalidad supo ganarse innumerables pretendientes. Sin embargo más allá de los romances fugaces todos tenemos un único amor que nos marca para toda la vida. Hermosas e inteligentes actrices como Patricia Etchegoyen, Luisina Brando, Adriana Salgueiro o Cecilia Cenci se dejaron atrapar por su seducción. Pero ninguna pudo comprometerlo en un proyecto a largo plazo.
Luego de muchos años de éxitos rotundos en el mundo del espectáculo el talento de Calvo era indiscutido. Lo rodeaba el éxito, la fama, la popularidad. Junto a su carisma, su «facha» y su gran personalidad formaban el combo perfecto para un seductor nato. Respetado por gran parte del ámbito del espectáculo, se caracterizaba por triunfar en los papeles que interpretaba. Sin embargo, todos coincidían en la soledad interna del actor.
Su ritmo de vida voraz y canchero llegó a un momento bisagra cuando a sus 40 y tantos llegó a su vida una mujer que le cambiaría el rumbo. En aquel entonces conoció a Carina Galucci, su juventud, frescura, belleza e inteligencia cautivaron al galán que nadie podía frenar. Carlín y Carina se enamoraron profundamente y a partir de entonces la vida del actor «bajaría unos cambios».
Con Carina transitó momentos de mucha emoción pero también de dolor. Con ella tuvo su primer y tan ansiado hijo varón. Pero luego sobrevinieron los problemas de salud que afectarían decisivamente a Carlín. En ese contexto, Galucci se mantuvo firme con una confianza y un amor profundamente leal y a prueba de todo. Si bien se separaron en el 2010, ella jamás abandonó al hombre al cual amó con todas sus fuerzas.
