Con apenas 17 años, Billie Eilish es actualmente una de las grandes referentes de la industria musical. Con su fiel estilo, cada canción que lanza domina rápidamente las listas de éxitos y llegan a la cima en cuestión de horas. Hace unas semanas, se confirmó que la cantante se presentará por primera vez en Argentina.
La artista estadounidense se presentará en nuestro país en marco de su gira “Where Do We Go? World Tour”, después de pisar los más importantes escenarios de los Estados Unidos y Europa. La fecha en Argentina es el 2 de junio, en el Estadio de Tortuguitas y pese a que las entradas rondaban los 4 mil pesos, se agotaron rápidamente. Es por eso que se agregó una nueva función que será al día siguiente, en el mismo estadio Directv Arena.
La semana pasada, la cantante de “Bury a Friend” hizo su debut en el famoso programa de televisión Saturday Night Live durante el estreno de la temporada 45, y para la ocasión especial llevó las cosas a un nivel completamente nuevo haciendo una épica e inolvidable actuación. El presentador Woody Harrelson presentó a la cantante como “la incomparable Billie Eilish”, y ciertamente no exageró respecto a lo increíble y único que sería su primer set.
De pie sola en una caja muy pequeña diseñada para parecerse a Grand Central Terminal, Eilish interpretó su sencillo “Bad Guy” mientras bailaba con su atuendo de gran tamaño, hasta que de repente comenzó a caminar por las paredes y finalmente por el techo. Mientras que otros músicos solo han abrazado el icónico escenario de SNL, Eilish hizo las cosas brillantemente únicas con un set giratorio que le permitió desafiar la gravedad.
Para su segundo número, Eilish interpretó su tema “I Love You”, la cual mostró su versatilidad como una cautivadora artista. Abandonando todas las trampas de alto concepto de su primer set, Eilish ofreció una actuación muy despojada para su segundo set, mostrando sus talentos vocales mientras simplemente se sentaba junto a su colaborador (y hermano) Finneas O’Connell. Se trató de un número desgarrador y poderoso que no requería nada más que el canto conmovedor de Eilish, el rasgueo de la guitarra de O’Connell y un fondo estrellado.
