Connect with us

Hola, ¿Qué estás buscando?

Salta 4400

CULTURA

“Don Quijote”, una muestra donde las quimeras se expresan en primera persona

César Gutiérrez es arquitecto y contra todo pronóstico, hizo de la pintura una forma de practicar este ejercicio diario llamado vida.

Muestra Don Quijote Fuente: www.culturasalta.gov.ar

SALTA (Redacción)- Suelo referirme a ciertos seres de vocación, tripa y corazón  como “los apasionados”. Esta vez  los llamaremos, y con justa razón, soñadores. El resultado de ambos, un  “apasioñador” ¿Quizás? En palabras  del compositor Kevin Johansen: (…) soñar no cuesta nada, soñar y nada más, con los ojos abiertos. Qué lindo que es soñar y no te cuesta nada más que tiempo (…)

Nada más acertado que este fragmento para introducirnos en el mundo de aquellos que vuelan alto y con los pies en la tierra. Y allí, entre una dimensión y otra, emerge el arte como punto de encuentro y denominador común entre los soñadores, que no se marchitan y tienen sed de ser todo el tiempo. Quizás como un cable a tierra, como un remedio, una pausa, el descanso o vaya a saber uno qué efecto secundario tiene, el lenguaje artístico es el elegido por éstos al momento de hacer del mundo, un mundo mejor. 

Por este mismo motivo, entiendo que hay historias que merecen ser contadas y trascender su lugar de origen para volverse ejemplo. Una de esas historias que marcó un antes y un después en la cultura hispánica y la literatura de todos los tiempos, es la que nos trajo al memorable y entrañable Don Quijote de la Mancha junto a su fiel y ocurrente compañero, Sancho Panza.

Como no pudo ser de otra forma, esta historia quedó en la memoria de cientos que la conocieron, y en la del artista César Gutiérrez particularmente,  a partir de ahora “Turco”.  “No soy turco, nada que ver, mi abuelo era español: Gutiérrez. De chiquito me llamaban así y me quedó. Pero me gusta”, revela gustoso y con amabilidad.

Durante junio el mismo expondrá la muestra de pinturas “Don Quijote”,  vistiendo  la galería de la Casa de la Cultura, Caseros
460. 

El arte de la arquitectura como dilogía de la vida

El artista plástico nacido en Salta es también arquitecto, logrando conjugar ambas vocaciones y habilidades para recrear todo aquello que pasa por su mente. Para César el arte es un modo de ser y estar en el mundo. “La arquitectura puede ser puramente académica, técnica y funcional, lo que no está mal, pero se puede caer en el lugar común, en la moda, y entonces todas las casas son iguales”, precisa.

Pero hay más. “Ahora bien puede la arquitectura también tener fantasía, simbolismos, cercanía con la pintura, la escultura y la poesía, puede provenir del campo de los sueños, que es en donde yo me manejo con mayor facilidad”, reflexiona, desde su taller, un altillo en la Quebrada de San Lorenzo mientras que la noche avanza y lo interpela, liberando sus pesares y dejando ver sus claridades.

En este devenir, nos propone pensar  en las ciudades “memorables”. “Existen lugares memorables, que son distintos, son heterotopías. Si nunca los hacemos para no cambiar, para ser conservadores, entonces la ciudad se vuelve homogénea, tal vez útil, tal vez al servicio del turista, pero no memorable, por faltarle arquitectura con arte, con mensajes, con fantasía. Hay ciudades a las que les falta música en su arquitectura”, nos explica.

Sin entrar en debates existencialistas o filosóficos, la finitud de la vida es un verso dentro de una poesía que nos trasciende como seres humanos y engloba todavía más.  Vale la pena ser artífices de la parte que nos toca. César decidió serlo durante un viaje a Brasil. “Vi unas pinturas de artistas callejeros que me impactaron mucho, y me dije: voy a tratar de hacer esto. Regresé y tomé clases. No paré más”, recuerda.

Sin rótulos, restricciones ni colores definidos, los sueños son un lienzo en blanco

Con libertad y pasión,  el artista aborda sus trabajos sin etiquetas ni estilos definidos.  Valiéndose de su humildad,  su inspiración nace de Borges. “Construyo con ladrillos que me prestan muchos otros artistas  más talentosos que yo”, subraya César. Como su propio arquitecto y  mano de obra de sus sueños, hizo uso de estos ladrillos para dar lugar a obras maestras de grandes dimensiones que fueron expuestas en diferentes Salas, Galerías de Arte, Centros Culturales, Hoteles y Aeropuerto de la provincia de Salta

Con gran expresividad, cada trazo contiene una mirada crítica y diferente, sin temor a entrar en contradicciones ni sobrellevar ataduras vetustas.  El arte es un lenguaje que le permite expresar su punto de vista  de manera auténtica y profesional. En este sentido, sus obras dan fe de su estilo.

Entre otras cosas, César pintó el Mar como el lugar donde no hay estabilidad ni equilibrio. También pintó ciudades cómo las que describió Ítalo Calvino en su libro “Ciudades Invisibles” y ahora pinta al Quijote como paradigma del antihéroe, todas ellas como una invitación a probar otra perspectiva y a dialogar con el arte sin exigencias ni condicionamientos.

“Al abordar un tema trato de no hacer lo que Borges llama “chantaje sentimental”, es decir, si yo trato el tema de actualidad (por ejemplo una inundación) con el cual la sociedad ya está sensibilizada antes de ver mi obra, entonces se van a conmover, pero tal vez no lo hagan por mi obra, sino por la tristeza de esa temática.  Por eso intento que las temáticas provengan de la literatura o del campo de los sueños, de los deseos o de los reclamos”, admite.

Sin embargo, está convencido de que el arte debe hablarnos de lo que está pasando en el universo, debe informarnos de cómo está el mundo y el hombre,  sin proponérselo incluso.

Un antihéroe como alter ego

Don Quijote, aunque pasa el tiempo no te han olvidado. Sus andanzas y aventuras, encuentros, verdades y fantasías permanecen intactas en la memoria de aquellos que supieron leer esta célebre obra del escritor Miguel de Cervantes Saavedra; un sabio que hizo de la palabra un recurso inacabable para recrear un mundo de ficción que satiriza realidad., tan curioso como cercano, irónico y disparatado.

“Hoy el mundo admira al héroe clásico, al infalible, al líder que tiene certezas. Hoy se impone lo banal por sobre lo trascendente. La sociedad de consumo consume al hombre. Lo convierte en hombre masa, en hombre manada. Todo es rápido, sin reflexión, de fácil comprensión, para lograr el consumo masivo. No comprendo ese universo, por eso mi elección es el Anti-héroe: El Quijote”, analiza César, poniendo en contexto su producción.

Como alguna vez me dijo mi madre, vale mirarse en otros como espejos para centrarnos y seguir adelante. Cuando el “Turco”  pone la lupa en este personaje de la historia,  considero que no se trata de una elección al azar. El reflejo de Don Quijote tiene mucho que ver con quien hoy le da forma, lo resucita, lo reaviva con sus manos.  

La pintura como veta contracultural

Si bien César asume que Borges lo llevo a  Cervantes, creo entender que  fue la misma realidad, rígida y vidriosa,  la que despertó en él esta inquietud por materializar una contradicción indefectible.

“Pienso en los referentes de hoy, héroes clásicos, los exitosos, los ganadores, y de solo ver cómo actúan, me dan ganas de no ser ni héroe, ni líder, ni exitoso. Cuando escucho que hablan horas de temas no centrales, cuando veo que todos se arrogan la verdad, sentencian, dictaminan, todo es superficial, todo es frívolo, banal, elemental, todo para ellos es blanco o negro, no hay matices, no argumentan, buscan las miserias del otro, editan las contradicciones de alguien que hoy piensa distinto que ayer (como si eso no fuese algo normal),  promocionan gurúes salvadores, se auto ayudan y son autorreferenciales. O sea, no importa el otro, el próximo, el prójimo”, manifiesta.

Pero frente a esa cruda verdad, también nos invita a leer “Tus zonas erróneas”. “Este libro te recomienda que no seas gallina, se águila, las águilas se elevan por encima del grupo. Entonces me digo a mi mismo que no quiero ser un héroe, no quiero ser águila, quiero ser gallina y estar a la misma altura con todos. No quiero ser juez ni la conciencia de nadie; no soy una bandera, ni un país, ni una biblia, no quiero gloria ni poder, no me quiero parecer a los exitosos, no quiero ganarle a nadie. Quiero que lleguemos todos juntos. No quiero un líder .Quiero ser lo opuesto, un anti héroe”, reitera con la conciencia propia del soñador, del equivocado, el delirante o el ingenuo, según como prefieran llamarlo.

Un osado que elige al arte como el hijo de la carencia. Aquello que nos falta,  una disconformidad, la incomprensión del universo, todas y cada una de estas acepciones  suelen dar por resultado a más de un César. Para ellos, el arte es una anomalía, una ruptura, el opuesto.

Abrazar la incertidumbre a través del arte y poetizar con ella.

La misión de la obra es el rescate, la recuperación y la re significación del Anti-héroe. Un personaje pensado esta vez como una figura acertada, una antítesis de la que emerge un nuevo concepto no solo artístico, sino también real. “Hoy lo épico seria no ser hombre masa; no seguir la manada, no entrar en la trampa de las modas y del consumo dirigido. Luchar contra las fronteras y  los muros. Menos auto ayudarse y más ayudar al otro”, describe César.

En palabras de él  mismo se trata de un objetivo ambicioso en comparación con su limitado talento. Pero, con solo ver las obras, su habilidad quirúrgica alcanza su meta. Y al escucharlo, me sucede lo mismo.

“No sé si se habrá logrado el objetivo. En arte hay pocas certezas, pero la búsqueda fue lo gratificante”, destaca. Como en todo proceso artístico es la experiencia, el gerundio lo que importa. El durante, el hacer. En otras palabras, esta muestra nos anima a confiar en el proceso y dejarnos llevar por él.  “La literatura y la pintura son en sí mismas una forma de felicidad y aquí están unidas”, asevera.

Ser testigos de su arte nos permite ser parte de la vida del artista e inmiscuirnos dentro del “tire y afloje” entre la mente y el alma. “Verán lo opuesto a la rutina. Las obras no necesitan gran explicación, no las sostiene un relato complejo. Pueden visitar la muestra  porque no es una trampa. Es decir, ni el Quijote, ni la pintura, están de moda”, invita César, con un dejo de misterio que precisa ser resulto urgentemente.

El que busca encuentra

Cuando las circunstancias parecen superarnos; cuando los motivos nos asfixian y las excusas sobran; la miseria parece ser la conditio sine qua non y esta no satura, el arte resulta un alivio, el respiro, la recompensa.

“La pintura me salva del cansancio. El cansancio de lo ya visto, lo ya escuchado, lo ya dicho y vuelto a decir mil veces hasta la saciedad. Todos queriendo tener razón, todos los programas hablando de lo mismo, todos los diarios diciendo lo mismo. Todos los personajes hablando de ellos mismos. Siempre la auto referencia. Es agotador. Pintando huyo, entre otras cosas, de la gente que habla todo el tiempo de sí misma”, puntualiza.

En el intento de dilucidar qué es lo que refleja “Don Quijote”, estaríamos en condición de afirmar que la pintura es felicidad. “Buscar la belleza, ya es la belleza. Las vísperas del amor, ya son el amor. Las vísperas del arte, ya son el arte”, resume y concluye contundente: “El mundo es como elegimos verlo, lo del vaso medio lleno o medio vacío. Yo lo veo lleno. El que no puede ver belleza en un pájaro, en un árbol, en el agua, para mí vive en el infierno”.

Debo decir que me siento identificada mientras que escribo lo que Usted lee. Y si todavía estás ahí lector: ¡brindo por la ilusión!

Síguenos en Facebook

Todos los derechos reservados - © 2023 - Salta4400.com - Salta, Argentina