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CULTURA

Patografía de Domingo Faustino Sarmiento

“Fue el más prodigioso cerebro que ha producido América “(Carlos Pellegrini en su sepelio)

Domingo faustino Sarmiento - Fuente: Wikipedia
Domingo faustino Sarmiento - Fuente: Wikipedia

                                  ARMANDO M. PEREZ DE NUCCI *

                                         *Doctor en Medicina y en Filosofìa.

Domingo Faustino Sarmiento nació el 15 se febrero de 1811 y falleció el 11 de septiembre de 1888 en Asunción del Paraguay. A lo largo de esta prolongada vida fue un hombre polifacético que se desempeñó como político, docente, escritor, militar y estadista, cumpliendo además las funciones de gobernador de la provincia de San Juan entre 1862 y 1864 y Presidente de la Nación Argentina entre 1868 y 1874.

Su verdadero nombre, según Boniato (1990, “Familias de Próceres”) fue Faustino Valentín Quiroga Sarmiento. El nombre Domingo se le adjudicó posteriormente en honor al Santo protector de su familia y no figura en su partida de nacimiento. Faustino le fue adjudicado por el Santo del día de su natalicio. Fue un verdadero, prolífico y profundo escritor y creador y sus obras marcaron notablemente los procesos que le tocó vivir a la Argentina. Entre ella, puedo citar “Civilización y Barbarie(1845”),”Viajes por Europa, África y América”(1849),” Recuerdos de Provincia”(1850), “ Comentario a la Constitución de la Confederación Argentina” (1850),”Memoria sobre la educación común”(1856), “El Chacho”(1865),”Las Escuelas, base de la prosperidad”(1866),”La infancia y educación de Abraham Lincoln”(1873), “Mi defensa”(1843) y ”Facundo o Civilización y Barbarie”(1855), una de sus obras más comentadas y leídas, entre las numerosas publicaciones de su autoría, que han trascendido los años y son de lectura frecuentes en todos los años que sucedieron a su presencia física en Argentina, hasta nuestros días.

Para Rosetti “hombre arrogante, ególatra, egocéntrico, orgulloso, de humor cínico, de muy alta estima, impulsivo, autorreferencial, vanidoso, agresivo y violento, por un lado, e inteligente, franco, sincero, autodidacta, estudioso y con gran capacidad de trabajo…” (“Historia Clínica 2, Buenos Aires) entre otras cualidades, que expresan su enorme potencial de trabajo y creación, en una especie de personalidad poli dualista fiel a sus ideas y principios.

De personalidad irascible , con fácil tendencia a explosiones agresivas la mayor parte de las veces, el diálogo y la convivencia era difíciles de mantener con suma frecuencia, a tal punto que muchos se referían a él como “El Loco” por sus enfrentamientos y su difícil carácter. A su favor se puede mencionar su competitividad, el trabajo sin descanso cuando el tema lo fascinaba, su compromiso con todo aquel que consideraba necesitado, el empeño y el tesón frente a la tarea emprendida, su rendimiento físico frente al trabajo emprendido en cualquiera de sus múltiples facetas.

Desde joven, su hiperactividad y hasta casi obsesividad por los trabajos que emprendía, le ocasionaron fallas en su salud. El primero de estos padecimientos fue durante su exilio en Chile fue – aparentemente como consecuencia de tareas insalubres- una fiebre tifoidea, padecimiento que le ocasionó pérdida de peso, anorexia, fiebre alta y decaimiento general que lo postraron por días, dejándolo muy disminuido físicamente, lo que posibilitó su regreso del exilio, al menos durante un periodo breve.

A los treinta y nueve años, comenzó a experimentar una hipoacusia (sordera) que se fue incrementando con el tiempo, hasta casi dejarlo sin audición, lo que le causó algunas molestias en su período presidencial y parlamentario.

En 1887 viajó a Asunción del Paraguay, volviendo al poco tiempo a Buenos Aires, cuyo clima no lo favorecían en el criterio de los facultativos que lo asistían, lo que lo hizo regresar a Asunción al año siguiente, con su salud severamente afectada por una insuficiencia cardiovascular y bronquial, que le causaba dificultad respiratoria y severo decaimiento.

También presentó años más tarde una miopía que le obligó a usar anteojos.

A los sesenta y cinco años, se le detecta un cuadro de insuficiencia cardíaca, probablemente secuela de su afección broncopulmonar y cardiovascular que había experimentado durante su primer exilio en Chile. Esta afección le ocasiona disnea (falta de aire o dificultad para respirar normalmente), edema de miembros inferiores y desasosiego, recomendándole más adelante sus médicos que regresara a Paraguay por considerar este lugar más benigno para su salud, concepto muy arraigado por aquellos años. Lo hace hacia Julio de 1887. Esta afección es agravada por su estado pulmonar, consecuencia de su adicción al tabaco que probablemente le haya causado dificultad para respirar por bronquitis, enfisema y espasmo bronquial. «Siento que el frío del bronce me invade los pies», diría el propio Sarmiento frente a la sintomatología que lo agobiaba ya.

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