SALTA (Redacción) La realidad ya estaba un poco jodida, y ahora, lo está un poco más. Con 77 años y a raíz de una dura enfermedad diagnosticada el año pasado, el honorable, amado y respetado humorista Marco Mundstock falleció este miércoles. Lo cierto es que nunca estamos preparados del todo para decir “adiós”. Por eso, desde este espacio, y como muchos otros, le decimos: Hasta pronto Marco.
“Después de más de un año de lidiar con un problema de salud que se tornó irreversible, nuestro compañero y amigo finalmente partió”, expresaba el comunicado oficial difundido por Les Luthiers. Detrás de un mensaje tan breve, la tristeza sucumbió a cientos de compañeros, colegas, familiares y personas que decidieron seguirlo desde que se jugó por esta pasión que tan bien supo forjar.
Un artista sin precedentes
Locutor, redactor publicitario, actor y humorista argentino de esos que se cuentan con los dedos de una mano. Su voz grave todavía resuena en los oídos de quienes nos dimos el gusto de disfrutar de cada espectáculo de “Les Luthiers”; el quinteto argentino hizo del humor, el ingenio y la creatividad una propuesta escénica exquisita e inolvidable. Este grupo nacido de un coro en la Universidad, se había tornado en un fenómeno para siempre.
Ese hombre de traje, que sin más, entraba al cuadro con su carpeta roja, dejando atrás un halo de misterio, intriga y una presencia indiscutible. Era dueño de un estilo único. Un discurso inteligente, la picardía a flor de piel y una voz que le daba “el toque” lo convirtieron en uno de los favoritos por parte del público, y uno de los pilares del grupo. Marco responde literal a su nombre, ya que marcó a una generación completa con su obra.
“Nos quedará su profesionalismo. Su autoexigencia, su ética de trabajo y su respeto extremo por el público, valores que todos compartimos y que él defendió desde el momento de la creación misma de Les Luthiers”.
Comunicado oficial de «Les Luthiers»
Este fragmento refleja la grandeza, la nobleza y las virtudes que pueden caber en un hombre, que hizo de su vida una obra de arte. Un hombre que se valió de su talento como un servicio social, logrando hacer sonreír a quienes lo rodeaban y lo volvían a elegir, una y otra vez. La complicidad que contraía con el público no se borra de la noche a la mañana, y no lo hará nunca. Se lo ha ganado. Marco descansa en paz, seguramente con una sonrisa como bandera.
«¿Que cómo sería el texto de mi epitafio? ‘Marcos no está, todavía lo estamos esperando «. Esta fue una de sus respuestas en alguna de las tantísimas entrevistas de las que fue protagonista. Quedémonos con eso.
