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Salta 4400

PERSONAJES DE SALTA

Conferencia por Diego Cornejo Castellanos en la reapertura del museo Dr. José Evaristo Uriburu

La misma se llevó acabo el el jueves 9 de mayo, en el Cabildo de Salta

Diego Cornejo Castellanos Fuente: José Luis Madrid

José Evaristo Uriburi, primer salteño Presidente Argentino

Autoridades presentes

Sr. Director del Museo Histórico del Norte Arq.Mario Lazarovich

Distinguida concurrencia

Con la reapertura del Museo Dr. José Evaristo Uriburu, los salteños realizamos un merecido acto de reivindicación hacia uno de sus hijos más esclarecidos, como lo fue el primer presidente doctor Uriburu, el primer comprovinciano en acceder a la más alta investidura a la que puede aspirar todo argentino, ejercer la presidencia de la República.

Esta decisión plausible, reconforta doblemente nuestros espíritus, ante los embates cada vez más vertiginosos del nuevo orden mundial: el de la post-modernidad, se torna imperativo reafirmar conceptos que estimo inmutables para la preservación de una sociedad, la vigencia de su tradición histórica y  nuestra gratitud hacia quienes posibilitaron nuestro crecimiento como Nación.

Mucho se habla acerca de la identidad nacional, pero mientras más se hace hincapié en ello, en los hechos se evidencia una inconsistencia manifiesta al momento de efectuar concretas realizaciones.

Diego Cornejo Castellanos Fuente: José Luis Madrid

A la vez esta circunstancia que nos llena de orgullo por la justeza de sus objetivos, en mi concepto se proyecta a recrear la trayectoria de una familia, que prohijó hombres y mujeres que en ámbitos múltiples se destacaron en las más disímiles disciplinas.

No puedo omitir en esta instancia, aportes al bien común de nuestra tierra y de la Argentina, como obras benéficas que hoy recuerdan en letras de molde a sus benefactores, tal es el caso del matrimonio del doctor Francisco Uriburu y su señora Dolores Uriburu para la construcción del Hospital de Niños en Salta en 1895.

Los orígenes de los Uriburu se remontan a las tierras situadas en el Señorío de Vizcaya  (Reino de España), y más puntualmente en Mendata, allí nació este apellido conocido como Uruburu, al contraer matrimonio don Francisco Uruburu y Ajuria Auxocoa con María Cruz  de Lamiquiz  Beterrechea y Goira, a cuyo primer hijo llamaron Joseph, nacido en 1757, a partir de él Uruburu pasará a denominarse Uribruru.

Don Joseph, arriba a estas tierras con un cargo en la Administración de las Reales Aduanas del Virreinato del Río de la Plata, cabe consignar que jamás los investigadores encontraron datos certeros acerca de estas actividades, por lo que se evalúa más apropiado vincularlo al desarrollo de actividades comerciales.

Ya en Salta contrajo matrimonio con doña Manuela Hoyos y Aguirre, y tuvieron por hijos a Manuela que casó con Juan B. Navea, Dámaso con Teresa de Poveda e Isasmendi, Evaristo con María Josefa Álvarez de Arenales, Vicente con Juliana de Avila, Pedro con Cayetana Arias Cornejo, Juan Nepomuceno con Casiana Castro Sanzetenea, Casimiro con Mercedes Patrón Escobar, Camilo con Delfina Uriburu y Maza, Juana con Juan Inchaustegui.

El historiador salteño doctor Bernardo Frías, en sus Tradiciones Históricas evoca a la casa de los Uriburu “levantó su morada con el lujo de entonces, que era colocarle el altillo con grande balcón sobre la calle, defendido por baranda de hierro vizcaíno y alero sostenido por férreas columnas para resguardo de la lluvia, a pocos pasos del convento de San Francisco”.

El historiador citado adjudica a este solar como propiedad de don Joseph Uriburu, conforme a la documentación por mí consultada, esta afirmación no sería la apropiada, por cuanto está comprobado que el propietario anterior a la familia Uriburu, fue el Brigadier General Juan Antonio Álvarez de Arenales héroe de la emancipación americana, uno de los oficiales de más estrecha amistad con el general don José de San Martín. Arenales obtuvo uno de los triunfos gloriosos de la gesta libertadora, al enfrentar a los invasores realistas en la célebre batalla de La Florida, en el actual Departamento de Santa Cruz, Bolivia, en mayo de 1814.

Transcurridos los años el prócer de La Florida, será el suegro del coronel don Evaristo de Uriburu. Por entonces, a fines del siglo XVIII, Salta contaba con una población de aproximadamente cinco mil almas.

En 1838 don Evaristo de Uriburu adquiere la casa de calle Caseros, por compra efectuada a su cuñado José Arenales, resultaría tedioso explayarme sobre los diferentes titulares del inmueble a partir de la muerte de doña María Josefa Arenales de Uriburu hasta la donación de este solar al Estado nacional, destinado con el objeto único para ser Museo.

Por entonces los Uriburu poseían dos propiedades, la de Ampascachi y por herencia del Gral. Arenales, la de Pampa Grande con sus largas galerías, amplios ambientes de gruesas paredes.

Y pasados los años fueron propietarios de tierras en Orán, las estancias “El Carmen” y “Las Vateas”. Conservo cartas del Coronel Evaristo y de doña Pepa Arenales fechadas en el Valle de  Zenta.

Cuando el doctor Robustiano Patrón Costas inicia su proyecto de construir el Ingenio San Martín del Tabacal se vió en la necesidad para su concreción de comprar campos en la zona Orán, al norte de Salta, y decidió junto a sus socios obtener por vía pecuniaria el acervo sucesorio del matrimonio Uriburu Arenales, radicado dicho cuerpo legal en Buenos Aires.

El doctor José Evaristo Uriburu nació en Salta, en este solar el 19 de noviembre de 1831, sus padres fueron el coronel don Evaristo Uriburu y doña María Josefa Álvarez de Arenales y Hoyos, sus hermanos: Serafina casada con José Uriburu, Manuela  casó con don Sergio García Beeche, Julia con Federico Uriburu Avila, Gral. Napoleón con Guillermina Bárcena, Asunción con Francisco Valdés Saravia, Josefa con Juan Girondo, María con el Dr. Virgilio Tedín y Tejada, Florentino Uriburu (soltero), y el décimo hermano Evaristo casó con Sara Apleyard.

Puede afirmarse que la existencia prolífica del presidente doctor Uriburu fue por demás intensa desde su juventud hasta su ancianidad, cursó sus estudios primarios en nuestra ciudad, los secundarios en el Colegio Junín de Chuquisaca, luego estudió derecho en la Universidad de Buenos Aires, donde a sus 23 años obtuvo su título de Doctor en Jurisprudencia, en 1854, entre sus compañeros puede citarse al doctor Adolfo Alsina, también protagonista sobresaliente en el escenario político nacional.

De regreso a Salta el joven Uriburu resulta electo diputado por la ciudad capital de Salta, en 1855 para integrar la Honorable Convención Constituyente, la cual se reunió para promulgar una nueva Constitución de la Provincia de Salta en junio de ese año, don José Evaristo fue Secretario de la misma, y Presidente el coronel Evaristo de Uriburu su padre. La sanción definitiva de dicha Carta Magna tuvo lugar en noviembre de 1855.

En carta dirigida a su tío Arenales Uriburu le expresa con todas ganas que inspiran la juventud, ya que se consagró por igual al periodismo y a su profesión de abogado “me he encargado de algunas causas tanto con el fin de distraerme como para no perder habitualidad del trabajo en mi profesión”, incursionó en el periodismo a través de “El Comercio” junto a su amigo doctor Pedro Antonio Pardo, quien al referirse al diario expresó “es un pobre periódico de provincia”.

Por cumplir apenas 24 años, prosiguió como diputado provincial y entre 1856 hasta 1860 se desempeñó como Secretario de la Legación Argentina en Bolivia, durante su estada en ese país que no era su destino final, por cuanto tenía en mente continuar a Chile con destino final Lima, (Perú);  su tío Dámaso de Uriburu que ejercía funciones como cónsul argentino ante el país hermano le ofreció el cargo de secretario privado.

Allí conoció a Virginia, una prima hermana, hija de Dámaso quien había contraído matrimonio con Rita Cabero de la Canal, en tanto José Evaristo contrajo matrimonio en Sucre el 13 de abril de 1857,  de cuya unión nacieron cinco hijos: Rita, Sara, Jorge, Carlos Evaristo, y Virginia. En 1871 muere en Buenos  Aires doña Rita Cabero de Uriburu, una de las infortunadas víctimas de la atroz epidemia de fiebre amarilla que asoló con más intensidad en esa metrópoli.

Ya nuevamente en el terruño, acompañó como Ministro a los gobernadores José María Todd y Anselmo Rojo respectivamente. En 1862 electo diputado nacional por Salta, integró la Comisión de Hacienda de ese cuerpo, en 1867 convocado por el Presidente Gral. Bartolomé Mitre para ejercer funciones como Ministro de Justicia, Culto y Educación de la Nación.

Años después el Presidente Domingo Faustino Sarmiento lo designó como Procurador del Tesoro de la Nación, posteriormente también ocupó una banca en la Legislatura de Buenos Aires, entre 1872 a 1874 fue Juez Federal de Salta, uno de los primeros en ser designados para ese sitial.

El doctor Uriburu en 1877 en su carácter de Ministro Plenipotenciario de nuestro país, participa del Congreso de Juristas Americanos reunido en Lima (Perú), una vez más evidenció su erudición como hombre de derecho,  al tratarse en la reunión posiciones antagónicas sobre doctrina de la nacionalidad y del domicilio, según expresiones de su biógrafo Fermín V. Arenas Luque, de tal modo supo neutralizar la postura contraria impulsada por el representante peruano doctor Arenas.

Durante su permanencia en Lima, mientras prosiguió su labor diplomática, viudo desde hacía siete años, contrajo matrimonio con doña Leonor Tezanos Pinto y Segovia, con quien acrecentó el retoño familiar, fueron sus hijos José Evaristo y Leonor, el primero casó con una hija del general Julio Argentino Roca, los que tuvieron descendencia, al igual que su hermana Leonor casada con Evaristo de Anchorena Castellanos, también con hijos.

Con motivo de su desempeño de cargos políticos o diplomáticos en y desde Buenos Aires, el doctor  José Evaristo Uriburu fijó su residencia de manera permanente, allí, en virtud de sus méritos y versación integró el grupo más selecto conformado por las figuras claves de la llamada Generación del 80, el bajo perfil del político salteño, no fue obice para desempañarse en un sinnúmero de roles en las esferas del poder.

Al contrario poseyó el sentido innato de la diplomacia, su criterio medido era un signo de su temperamento afable, pero firme, también para entonces ameritaba un discernimiento en materia jurídica que lo transformó en hombre de consulta frecuente entre sus pares.

Durante la presidencia del general Roca en enero de 1883, se encomienda al doctor Uriburu desempeñarse con similar rango diplomático, que antes ejerciera en las Repúblicas de Bolivia y Perú. Pero Chile encuentra al recién llegado en medio de grandes convulsiones políticas, entre el gobierno del presidente José Manuel Balmaceda y las fueras opositoras de pensamiento liberal conservadora, como las definió un autor.

Al agudizarse la guerra civil chilena, Balmaceda solicitó asilo político en nuestra sede diplomática, allí permaneció oculto el ex presidente, en la planta alta de la residencia argentina. El 18 de septiembre celebración de la Independencia de Chile, al regresar de las ceremonias conmemorativas, el doctor Uriburu subió a saludar esa noche a su huésped, quien sentía respeto y aprecio por su anfitrión, en la madrugada del día 19, tanto don José Evaristo como su señora sintieron ráfagas de pistola, Balmaceda se había suicidado. Entre las cartas a sus allegados el ex mandatario chileno dispensa con términos por demás elogiosos el trato caballeresco de Uriburu.

Nuevamente en tierra Argentina, el doctor Uriburu vuelve al ruedo político, sólo baste consignar que luego de Roca, asumió la presidencia de la Nación su cuñado don Luis Juárez Celman, gestión gubernativa que hasta el presente resulta motivo de controversias.

El 26 de julio de 1890 estalla en diversos puntos de la Capital y ciudades del interior la llamada Revolución del Parque o del 90, fagocitada por núcleos ciudadanos, a cuya cabeza estuvo un líder popular el doctor Leandro N. Alem, la revolución transcurridos los días fue repelida, pero el gobierno empezó a caer en franco deterioro ante la clase política y popular.

Renuncia Juárez Celman y Roca entrevé la figura más adecuada para calmar el temporal, se trató de uno de los políticos más formados de esa generación, un parlamentario de fuste, profesor universitario, con erudición en temas financieros, y con gran inclinación por la vida social, ese fue el doctor Carlos Pellegrini.

Su gobierno procuró sanear las cuentas y deudas contraídas por el Estado argentino, amén de pergeñar cientos de iniciativas a favor del país, no puede soslayarse la creación del Banco de la Nación Argentina, y en ámbito social fundó el Jockey Club de Buenos Aires.

Sucedió al presidente Pellegrini el doctor Luis Sáenz Peña, quien asumió en medio de confrontaciones y como hombre ungido para esa transición lo acompañó como vicepresidente el doctor José Evaristo Uriburu, Saénz Peña que accedió a la primera magistratura el 12  de octubre de 1892 permaneció en funciones hasta enero de 1895, su renuncia se adujo por motivos de salud.

El 23 de enero de 1895 juró como presidente argentino, el ilustre salteño doctor José Evaristo Uriburu, trajo consigo una valiosa, fecunda experiencia política, jurídica, parlamentaria y diplomática. “La personalidad del doctor Uriburu- afirmó el doctor Carlos Ibarguren- ofrecía en la hora crítica que vivía el país, la seguridad de espíritu y la comprensión sutil, en todos los matices, de las opiniones, de las ambiciones y anhelos que se agitan en la vida política”. Esta semblanza de Ibarguren plasma con brillantez el conjunto de virtudes que distinguieron al primer salteño presidente argentino.

Apenas ingresó a la Casa Rosada, Uriburu se propuso y logró robustecer la figura presidencial y con firmeza la consolidó, pese a su aspecto apacible y hasta de aspecto por momentos bonachón, tuvo en claro lo que representaba conducir los destinos de la Argentina. Conformó su gabinete con hombres de gran valía, Ministro del Interior doctor Benjamín Zorrilla a quien siguió Norberto Quirno  Costa, en Relaciones Exteriores Amancio Alcorta, en Hacienda Juan José Romero y Wenceslao Escalante, en Instrucción Pública y Justicia Antonio Bermejo y Luis Beláustegui, en Guerra y Marina, Ing. Guillermo Villanueva y General Nicolás Levalle.    

¿Cuáles fueron las realizaciones a lo largo de casi cuatro años de gobierno? Las cuestiones de límites con Chile que por aquellos días estaban candentes y prontas a salir de su cauce normal, la Argentina se encontró al borde de la guerra con la nación trasandina. El presidente Uriburu como siguiendo el mandato de su sangre, dispuso hacer frente al desafío llegado el caso, a tal fin dispuso la compra de los acorazados “Garibaldi”, “San Martín”, “Belgrano” y “Pueyrredón”, integró a la armada la fragata “Sarmiento” y se iniciaron las obras para la construcción  del Puerto Militar de Bahía Blanca.  El Ejército se adecuó a los nuevos tiempos en lo referente a armamento como instrucción de sus integrantes.

En este período de gestión se fundaron el Museo Nacional de Bellas Artes, las Escuelas Industriales y de Comercio, como la Facultad de Filosofía y Letras. Se estableció la construcción de líneas férreas con destino a Neuquén y Bolivia.

El Segundo Censo Nacional que tuvo lugar en 1895, por sus resultados los argentinos supieron que se produjo una disminución de analfabetos respecto al Primer Censo de 1869, como también se tomó nota que la Argentina se “agringaba” por el acrecentamiento del número de inmigrantes de cuatro millones de habitantes,  un millón eran extranjeros.

Al concluir su mandato presidencial el 12 de octubre de 1898, digno es consignar que ese período transcurrió en paz, el doctor Uriburu entregó el mando al general Julio Argentino Roca quien accedió por segunda vez para dirigir los destinos del país.

Ya en el llano, Uriburu integró en carácter de asesor la Comisión que debía fallar en asuntos de la litigiosa cuestión limítrofe con Chile: la referente a la Puna de Atacama.

En 1901 José Evaristo Uriburu, fue nominado por Salta para senador nacional, oportunidad para respaldar el segundo período de Roca, en 1903 el Partido Republicano lo postuló como candidato presidencial, al concluir su mandato el jefe de la Conquista del Desierto, candidatura en favor de Uribruru no tuvo eco alguno. 

A partir de 1910 el ex-presidente salteño se recluyó en el seno de su hogar, consagrado a lecturas y escasa vida social, murió en Buenos Aires parece una paradoja, una semana después que su consuegro el Gral. Roca, el 25 de octubre de 1914. 

Al despedir sus restos otro ilustre comprovinciano y también Presidente de la República doctor Victorino de la Plaza evocó al gobierno de presidente Uriburu “como el de una lucha agitada por el doble embate de la anarquía interna y del peligro externo”, a su vez el doctor Joaquín V. González al hacer uso de la plabra en nombre del Senado de la Nación afirmó: “que la vida fecunda de José Evaristo Uriburu, empleada toda al servicio de sus conciudadanos, sin exigencias , sin caídas, sin desmedros, se ha extinguido con serenidad”

Antes de concluir esta exposición estimo ineludible aludir a la presencia de la familia Uriburu en la vida de Salta y de la Argentina, conceptúo un deber de justicia efectuar una valoración imparcial, ya que muchos de sus miembros alcanzaron posiciones expectables, un testimonio es el caso de primer mandatario salteño, pudimos comprobar al adentrarnos en su trayectoria vital,  ignorada pero tan intensamente vivida, olvidada por décadas en la memoria colectiva gran mayoría de los salteños y argentinos todos.

El historiador Bernardo Frías distinguió con el título de “la familia afortunada”, a los  Uriburu y fundamentó esa adjetivación, porque a su juicio no hacía referencia sólo a logros pecuniarios, “Redondeando, redondeando se ha ido esta familia hasta la cumbre de la perfección de la Fortuna”, continuó a modo de definición: “Y agarraderas vienen a sostenerla en las alturas a que ha trepado, no diremos por años y años, sino por siglos; cosa que la caprichosa Fortuna no ha realizado tan grande ni tan sólidamente con ninguna otra familia que sepamos. Habrá pues, razón para llamarla: “La Familia Afortunada”. 

A través de esta reseña sucinta se pudo conocer a un salteño que sin estridencias, con recato y despojado de ambiciones subalternas consagró su vida al servicio de la nación, testimonio ejemplar de este cabal hijo de Salta, que perteneció a esa categoría de hombres que concibieron con patriotismo genuino cada responsabilidad que le cupo desempeñar.

Sin petulancia, sin soberbia, por pertenecer este linaje Uriburu, como muchos de los aquí presentes me atrevo a reivindicar a esta familia,  reitero dio a luz hombres y mujeres que signaron etapas decisivas en la vida de la República.

De su seno emergieron políticos, intelectuales en sus más diversas expresiones, artistas de renombre, militares que se adentraron en lugares recónditos de la la Argentina, profesionales de la salud que alcanzaron los más encumbrados estamentos según sus especialidades, empresarios, especialistas en temas financieros, periodistas con ideas y plumas de envergadura,  juristas y profesores universitarios cuyas mentes esclarecidas dejaron huellas en varias generaciones de argentinos.

Y este legado señores, con vuelo y con apego a nuestras tradiciones más rancias, no debe caer en el olvido, en cada salteño, en cada argentino con sentimiento de Patria.

Muchas gracias. 

Diego Cornejo Castellanos

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