(Por Patricia Manrique) – El Gobierno constantemente acusa a los salteños de irresponsables e incluso que el gobernador, Gustavo Sáenz, trató de delincuentes a trabajadores golondrina que quisieron volver a su hogar, ante una situación de desesperación. El dedo acusador siempre está hacia la gente, pero la responsabilidad de preparar el sistema sanitario para lo que se vive actualmente era exclusivamente del Ejecutivo, sistema que está al borde del colapso sanitario.
Las acusaciones a la población estuvieron acompañadas de contradicciones. En los primeros meses de la cuarentena la gente tenía la sensación que el Gobierno la estaba cuidando y ese era el momento de prepararse para un escenario difícil, como se vivió en todas partes del mundo. La consigna era quedarse en casa, pero el turismo interno estaba abierto y la invitación para viajar estuvo abierta todo el tiempo, al igual que las reuniones sociales y familiares, curiosamente, actividades que hoy están en el ojo de la tormenta.
El mensaje siempre fue a contramano, por un lado, te pedían «quedáte en casa» y por el otro, los controles fueron flojos, los salteños desoyeron una consigna porque el emisor de esta, al mismo tiempo, tampoco hizo demasiado para disminuir la cantidad de gente en las calles ni en espacios públicos. Es más, con las flexibilizaciones se pudo ver que los policías habían desaparecido prácticamente de las calles.
Hoy, con circulación comunitaria a cuestas, cientos de infectados y más de cien muertes, Sáenz vuelve a tomar restricciones para “evitar que el sistema colapse” y pretende que, en pocos días, la curva de casos se aplane. En estas últimas medidas hay una nueva contradicción, la gente no puede reunirse en familia, pero sí puede hacerlo en un restaurante. Esto teniendo en cuenta que en bares y demás comercios gastronómicos no necesariamente se pueden encontrar familiares, sino también amigo o compañeros de trabajo que se pueden dar encuentro por un café o una comida.
Al margen de las contradicciones, los salteños están cansados, al igual que los médicos, los enfermeros y todo el personal del sistema sanitario. Evidentemente hubo un descuido de la gente, pero Sáenz y su equipo hacen foco en ese descuido: día del niño, la Pachamama y la Virgen de Urkupiña, y no hacen ninguna autocrítica por las contradicciones entre funcionarios y miembros del COE, que dicho sea de paso, filtran las resoluciones que emitirá posteriormente el organismo. Esto también deja en evidencia que, entre ellos, tampoco se llevan muy bien que digamos. El Gobierno afirma que no esperaba este brote de coronavirus y que no la vieron venir, pero el sistema sanitario está al borde del colapso y la gente paga los platos rotos. ¿De quién es la culpa?.
