Amigo Lector: Cuánta verdad contiene aquello que señala que son precisamente los momentos emotivos y espirituales los que muestran la calidad de las personas. Huyendo del desquicio inicial organizado en la Argentina es que emprendí viaje al lugar más exótico que uno puede recibir la Navidad;me refiero a Laponia, el hogar de Papá Noel– Finlandia, para los que carecen de una Rosa de los Vientos- y observo aquí los mensajes de los tantos salteños que me escriben, entre los que encuentro un mail con los mensajes navideños de la Primera Dama comunal, la Dra. Bettina Romero y el de Gustavo “Ruperto” Sáenz, instituido gobernador por obra y gracia del populacho.
¡Ah, no hay caso, la educación invertida con tanto esfuerzo en nuestros descendientes solo puede medirse al hablar , comer y viajar. A las pruebas me remito con el mensaje navideño cuidado que contiene a la figura de la Dra. Romero, su gestualidad que delata el paso por Harvard y sus palabras con un profundo sentido humano y social.
Un despliegue de seducción en la composición de la mirada, la gestualidad que acompaña a la oratoria, en suma, la fineza en grado de éxtasis, presidiendo su discurso con la figura del Niño Jesús y acogiendo con maternal sentimiento a la familia, en un mensaje de unidad y esperanza. Su frase final “Un Cariño para las familias salteñas”, me recuerda a mi madre y a la vista queda la educación proporcionada claro está por Doña Bettina Marcuzzi! O había otra posibilidad? Continuando con el mensaje de la primera Dama comunal escucho hablar de una maternidad social, como una bataraza que quiere cobijar a sus polluelos. Si, bien diría frente esto, Saint-Exupéry: “On ne voit bien qu’avec le coeur. L’essentiel est invisible pour les yeux.”. Acoto de mi coleto: ¡C’est Magnifique!
Y también me llega el saludo en redes sociales de Gustavo Ruperto, alias “Sáenz”, cuya composición visual me estriñe la Pineal haciéndome perder la conexión con el Universo -sólo para entendidos en alto esoterismo, claro-. ¿Quién asesora a este individuo? ¡Vedle nada más la mirada propia de un entonado temprano, el iris dilatado por el empipe! Y el mensaje anodino, vulgar y podado como los árboles que dejan nomás. Lugares comunes y simples que denuncian la ausencia de un cerebro ilustrado en las cercanías. Bueno, no mucho se puede exigir a vuestro entorno “Compañero Gustavo”, como gustan deciros los malvivientes que lo rodean. Os deberíais probar como astrólogo Ruperto, alias “Sáenz” porque sólo habláis de futuro…
Desde la fotografía de la “Novicia Rebelde” que no vemos algo tan bucólicamente escuálido. Faltó nada más que entonéis al final un villancico en ritmo de balada pegajosa cual Cacho Castaña y teníamos el más completo cuadro de la rusticidad para halagar a la turbamulta.
Esta muestra de poquedad creativa me trae a la memoria aquella frase de Lou Holtz -Lamento si no sabéis de personajes norteamericanos- cuando afirmaba que: “No puedo creer que Dios nos haya puesto en este mundo para ser ordinarios.”
Hago un paréntesis para hablarle a usted Juan Manuel Urtubey. Dejé de escribir sobre usted por consejos de mis médicos pero prometo despedirlo próximamente con un papiro como usted se merece. Solo os diré por ahora que la cultura os recordará como un Mecenas, aquel que proveyó a las masas del ánimo festivo y populachero, donde la algarabía se sufragaba a papel picado y “Tetra” en las tribunas, mientras los juglares de bodegón se convertían en ídolos populares de vuestra mano.
Mejor me voy en busca de Papá Noel para cantar juntos «The One Horse Open Sleigh», que el populacho conoce como “Jingle Bells” y ni siquiera sabe que no es una canción navideña sino escrita para matizar carreras de caballos. Pero bueno ¡Sed felices, que es lo que hay!
Hasta la próxima.-
