SALTA (Redacción) – Ismael Gudiño es salteño, artista gráfico en constante reinvención y con cada intervención suma cientos de adeptos alrededor del globo así como marcas de renombre mundial que lo eligen como su principal creativo.
La creatividad es una virtud que nos viene adherida, sujeta a nuestra condición de seres humanos; en algunos yace dormida y en otros, explotada al máximo, pero siempre está latente. En este punto, vale retomar su definición básica, la cual hace referencia a la capacidad de generar nuevas ideas a partir de las asociaciones entre conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales y novedosas.
Paralelamente, emerge el pensamiento divergente o lateral. Este último es capaz de generar múltiples e ingeniosas soluciones a un mismo problema, tratándose de un enfoque espontáneo, fluido y no lineal. Contrario a toda lógica, no apelamos a un único resultado, no nos atamos a lo conocido ni apelamos al orden como manera de construir y modificar nuestro entorno. Esta perspectiva termina por ser una filosofía de vida y un carácter diferencial para quien la adopta.
Ismael Gudiño es un joven creativo sin precedentes, un artista gráfico que se armó a sí mismo, solo y desde cero. Con una mochila de ideas, algunas herramientas en cada mano y su pasión por el arte como la constante, dio vida a un proyecto auto-gestionado. De a poco, firme y sin prisa, Ismael empezaba a hacerse presente e inmiscuirse en la comunidad. “De repente estaba en todas las paredes”, se escuchaba aquí y allá. Podía gustarte o no, pero su presencia era indiscutible. Su arte se había convertido en parte del paisaje, irrefutable, contundente y amable.
Autodidacta y multidisciplinario, aplica y desarrolla un trabajo de experimentación con los materiales, utilizando todo tipo de soportes y expresiones (ilustración, diseño gráfico, industrial y textil, pintura, escultura, multimedia, animación, entre otros). A partir de allí, interviene realidades como si de un juego de niños se tratase, combinándolas y atravesándolas como caminos. “Cada creación en mi mente, plasmada en un papel o digital, invita a conectarnos con nosotros mismos y a dejarnos llevar por un arte sencillo y directo”, introduce.
Un artista convincente que también es intérprete. Desde mi punto de vista, el intérprete no se agota en la expresión; esta cualidad le permite trascender a través de su expresión artística, adaptando espacios, propuestas y materiales, combinando lenguajes y reinterpretando su entorno. “No tengo una profesión. Sólo trato de intervenir todo con el corazón”, subraya. He aquí la cuestión. Más que de un hacer, se trata de un sentir.
“Mi valor agregado es la generosidad. Me gusta compartir con los demás lo que aprendo y lo que pueda saber. Al igual que sucede con mi arte, es fácil llegar a mí y me expreso con un lenguaje a veces complejo al realizarlo, pero sencillo de entender. Busco la complicidad con los que me miran y que mis obras sean casi lúdicas”, reflexiona Isma, dejando entrever la empatía es un valor humano que atraviesa todas sus obras.
“Freelance”, dícese del trabajador libre; aquel que vive de lo que ama
Isma se reconoce como un trabajador freelance desde hace más de 18 años, una modalidad laboral que a medida avanza el tiempo, se instala y aferra más a nivel mundial. Diferentes experiencias, elecciones y altibajos laterales, lo llevaron a un mismo resultado: vivir de lo que ama. Desde sus inicios, trabajando con diversas Agencias de publicidad, ha tenido la suerte de colaborar con muchas marcas importantes y recrear vínculos oportunos para su florecimiento.
Western Union, DHL, Coca-Cola, Starbucks, Petrobras, Gameloft, Grupo Posadas, Farmacorp, entre los conocidos internacionalmente. En Salta, Municipalidad de Salta, Turismo de Salta, Teleférico San Bernardo, Aniceto, RITH, Grizzly, Hakuna, Rey Carancho, Ciudad Güemes, Bahum, Monasterio, Kimura, UAM, Insituto Franklin, Gauchito Salteño, entre muchas marcas más, son parte de su repertorio laboral.
“Vivir de lo que amás es una realidad. Obviamente nada nos lo impide, sólo nosotros. Nada viene por arte de magia, nada viene solo, pero para vivir de lo que amas es necesario caerse y volver a levantarse una y otra vez. Sé que ya les suenan estas cosas que digo, pero es necesario entender que debemos forjar este camino para que sea más fácil llegar a donde debemos llegar”, asegura. En otras palabras, tomar el toro por las astas y hacer realidad lo que está en la cabeza, aquello a lo que le llamamos “sueños”.
“Yo un día decidí sólo vivir de esto, y fue cuando mi economía no era la mejor, pero era feliz, porque sabía que de tanto hacerlo un día lo iban a ver y ya no necesitaría tanto sacrificio. Simplemente mi background hablaría por mí”, asevera. Dicho y hecho. Hoy los hechos hablan por sí solos. Su presente dice más que mil palabras. “Hoy veo mi nombre más consolidado después de muchos años de trabajo, pero como buen curioso que soy, sigo aprendiendo”, agrega.
Ismael es divergente. Los divergentes se la juegan. Llaman la atención. Ese tipo de personas que tienen ángel. Difícil no voltear a verlos. Son los apasionados de un mundo enfermo. Los valientes que abren el frente de batalla. Con los miedos necesarios para reaccionar a tiempo, con la determinación como denominador común de sus ideas, con el amor como su causa original, con la libertad como su obra maestra. Ismael pasó de ser un artista, a un artista de la gente.
El arte como acción sensibilizadora
“Nada es imposible”, su lema, su cábala, su verdad, su decreto. Se puede. El techo lo construimos a medida nos apagamos. Nuestro cielo lo forjamos con intenciones, decisiones y acciones. El resto viene por añadidura. “El arte aporta luz y humaniza nuestras vidas en esta sociedad compleja y transversal. Creo en la transformación educativa a través del arte y que conectada con otros conocimientos se hace explosiva”, advierte.
Precisamente, en la actualidad, el arte se vuelve urgente y necesaria. Con un virus vuelto pandemia, debemos preocuparnos pero también ocuparnos. La práctica artística es una manera saludable de atender el sentido que subyace a la crisis. “Yo estuve en España tres meses y una semana en Italia, justo semanas antes que aparezca el primer caso en Italia. Creo, más que antes, en que todo pasa por algo, que tenemos un propósito y que nada es casual”, analiza.
Ismael admite que siente estar viviendo una película de ciencia ficción, y que siempre elige volver a Dios. “Simplemente creo que hay un ser superior que nunca vamos a entender por causa de nuestras mentes finitas y que muchos van a preguntarse: “¿Ahora dónde está?” Sólo sé que él está donde lo buscan y para mi está conmigo y me cuida, pase lo que pase. El Amor nos va a salvar. No hay otra. Amar al otro y cuidar al otro nos va a salvar y eso es pensar en todos quedándonos en casa esta vez”, profundiza.
Su carrera le ha permitido preparase para esta forma de vida, puertas adentro y vía online. “Esta cuarentena me recuerda a mis inicios sin relaciones sociales. Se extrañan esas relaciones, pero es un momento importante para todos pensar en todos”, advierte.
La libertad, la piedra filosofal del artista
Conocer a Ismael y sus obras, es regalarnos la posibilidad de acercarnos al arte y apoyar a un artista local que bien nos representa. Es una invitación a ver el lado B. Su afán de combinar los elementos, supera al momento de actividad artística. La procesión también va por dentro. De hecho, se considera un alquimista que busca la transmutación de la materia, por tener la posibilidad de convertir una hoja, o una pieza simple y blanca, en un objeto de más valor.
“Más que en una expresión, siempre soñé con convertirme en una ave y salir volando sin un rumbo. Dentro mío hay un ave que siempre busca ser libre sin jaulas ni limitaciones. Por eso creo que elegí ser quién soy, por mi libertad de expresión”, concluye. Este deseo tan íntimo se traduce en sus procesos creativos: siempre explorando el lado contrario, más arriesgado, hambriento por innovar, con el afán perpetuo de hacer algo diferente y emancipar sus acciones.
“Me encantaría que pudieran conocerme mucho más, simplemente porque busco que las cosas tengan un toque muy personal y que mi identidad tenga dos vueltas más de rosca. Sé que muchos lo van a disfrutar y sentirse identificados con mis cosas. No se van a aburrir”, remarca Con la misma certeza mira su futuro de frente y abraza las metas pensadas para este 2020, fiel a sus expectativas más altas y exigentes.
“Mi meta para este año es poder concentrar todos mis productos nuevos y viejos en una tienda. Al inicio, la pensaba online, pero se me abrió una puerta para hacerla física y me tiene entusiasmado. Este año quiero dedicarme a mantenerla en el aire y el 2021 ya dejarla en piloto automático y abrir otra en otro país. Soy muy ambicioso y soñador, eso me ayudó todos estos años y no voy a dejar de ser constante hoy”, ratifica Ismael. Encontralo como: @ismaelgudino.ok
