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El terrible relato de Gustavo López sobre la muerte de su padre tras un hecho delictivo

El periodista deportivo contó una parte desconocida de su vida.

Si bien Gustavo López lleva varios años en los medios de comunicación, nunca antes había hablado de su vida personal como lo hizo ahora, invitado a PH: podemos hablar. Tras vencer en una dura batalla al coronavirus, el periodista deportivo fue al programa de Andy Kusnetzoff y habló a corazón abierto de lo que fue la muerte de su padre, víctima de un hecho delictivo.

«Yo soy de una familia de panaderos, nací adentro de una panadería”, comenzó su relato el conductor radial. Luego contó que la panadería fue fundada por su abuelo Aniceto. Después su papá la trabajó e hizo crecer el negocio. «Entonces compró un terreno, se hizo una casa y nos fuimos todos a vivir más al centro. Teníamos todo para disfrutar. Mi papá ya empezaba a hacer el catering de fiestas de casamiento y de 15, así que había pasado de ser una panadería a ser una confitería. Y comenzó a crecer”, contó López.

“Un día mi viejo fue con mi mamá a llevar unos manteles a lavar. Ella se baja, él se queda esperándola en el auto y viene un tipo y le apunta. Le dice: ‘Correte, andá para el lado del acompañante”, prosiguió su relato Gustavo López, quien explicó que su padre acababa de cobrar el servicio por una fiesta. “Mi viejo dice: ‘Si me agarra el semáforo rojo, me tiro’. Justo se pone en verde, pero se tira del auto y el tipo se le tira encima. Y forcejean, forcejean… Al tipo se escapan tres tiros… Me acuerdo que vino a mi casa con el brazo todo mordido. Porque, en ese momento, era vida o muerte”.

“Mi viejo tenía 41 años recién cumplidos y gozaba de muy buena salud. Yo no sé si esto tiene que ver con lo que le pasó, pero algunos dicen que sí. Empezó a sentirse mal. Yo pensé que tenía angina, fiebre, gripe…», contó el periodista. «Nunca pensé que era una enfermedad terminal. Un día, estaba en el colegio y llegan mi hermana y mi prima a buscarme», aseguró Gustavo sobre uno de los días más tristes de su vida.

«Hablan con la profesora, que me dijo: ‘López, vaya’. Y nos fuimos de Lanús al Instituto del Diagnóstico de Marcelo T. de Alvear. No me voy a olvidar nunca más el lugar y la calle. Cuando llegué, estaba mi viejo muerto”, señaló. “Yo tenia todo, tenía una vida divina, normal… Mi viejo era el mago, era el que te daba de comer. Y de repente te quedás con 17 años, una hermana más grande que tenía 18, un hermano chico de 12 y una mamá de 40. Y me tuve que hacer cargo del negocio y de la familia”.

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